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El observador: amo o esclavo


ojo«El hombre no posee muy desarrollada la capacidad de pensar, y hasta el más espirirual y cultivado, mira al mundo y a sí propio siempre a través del lente de fórmulas muy ingenuas, simplificadoras y engañosas»

El lobo estepario, Herman Hesse

 

Yo soy el observador. Y sin embargo, soy alguien que no mira la realidad porque se auto-engaña transformando todo lo que ve en una interpretación acomodada producto de los años de condicionamiento sistemático. Siempre al observar, inevitable e inconscientemente juzgo y opino acerca de todo lo que se devela ante mí. Si en verdad observase, me daría cuenta que cuando lo hago, no veo la realidad como es, sino que interpreto al mundo a través de los condicionamientos que me ha establecido mi nacionalidad, mi religión, mi género, mi educación, mi clase social y todo cuanto paradigma se me haya pegado por el camino. Cuando escucho a alguien, en realidad no le comprendo cabalmente porque filtro sus palabras con el cedazo de mis prejuicios y transformo sus ideas a conceptos que yo quiero entender y aceptar. Asimismo, cuando hablo, lo hago desde la esquina de mis limitaciones, mis ideales, mis complejos y anhelos y todo aquello que yo acepte como mi verdad.

Ese soy yo: el observador. La ira, el miedo, el odio, el despecho, el orgullo, la avaricia, la codicia y el deseo que experimento no es nada separado de mí sino por el contrario, son yo mismo porque estas emociones emergen en el preciso instante que presto atención y cobro conciencia de lo que observo. No puedo mirar a nada sin que emerga una opinión o un juicio al respecto que nace inexorablemente de mi experiencia pasada. Como aclaración, esto no aplica al mirar un árbol, un edificio o a las estrellas, esos son elementos directos de observación. A lo que me refiero abraza al campo de la psiquis, al mundo de las emociones, un proceso imperceptible y habitual que nos ahoga como sociedad. Por ejemplo, cuando veo a una persona de cierta religión,  no veo a la persona si no que veo a un musulmán, a un judío, a un católico, a un latino, un negro, etc. Mi mente asocia de inmediato una serie de características y creencias que tengo acerca de dichos grupos y la persona desaparece súbitamente y en su lugar aparece miedo, odio, ansiedad, ira, etc. Estas emociones nacen del mismo proceso de pensar y se forman desde el pasado, de todo aquello que he acumulado en forma de paradigmas y que están arraigados en lo profundo de mi mente. Esas sensaciones en realidad no son ajenas a mí, son yo mismo ya son parte intrínseca del mismo proceso de pensar y de interpretar a través de la información conocida y almacenada en el cerebro. Cobran vida en mí y por lo tanto son yo mismo.

¿Es posible entonces observar sin juzgar, sin emitir opinión o crítica alguna? Posible sí, fácil quizá no. Sin embargo, el primer paso para lograrlo es darse cuenta de lo que acontece en la mente de instante a instante y aceptar lo que es sin intentar modificarlo, juzgarlo, rechazarlo o justificarlo.

Si queremos entendernos como sociedad, debemos de hacer a un lado todos los prejuicios y procurar alcanzar un nivel de conciencia más elevado y el primer paso está en empezar a entendernos como individuos. Así que hagámosle un favor a la humanidad y a nosotros mismos y en lugar de buscar verdades “allá afuera” para justificar nuestras propias limitaciones, ideas o complejos, busquemos la verdad donde realmente reside: dentro de cada uno de nosotros. Hagamos el papel de víctima a un lado y dejemos de ser esclavos de los dogmas, los estereotipos sociales, la política embustera y en general de las verdades ajenas que no son otra cosa que simples copias de mentiras repetidas de generación en generación. Ojala que el camino de la liberación comience a surgir entre nosotros para detener la ignorancia que alimenta la masacre y la intolerancia entre hermanos porque simplemente lo que observamos no lo podemos interpretar ni aceptar limpiamente como lo que es y nos empeñamos en querer transformarlo en lo que consideraríamos debiese ser. Dejemos pues de mirar a través del vidrio que opacaron los años de condicionamiento y atrevámonos a abrir nuevas ventanas. Bienaventurados los zahantis que día a día se encaminan en un camino de autodescubrimiento y que los acerca al umbral que los llevará a un lugar plagado de maravillas y abundancia infinitas. Son un ejemplo a seguir.

Foto cortesía de www.es.freeimages.com

Un reflejo de una cultura clasista: las filas bancarias preferentes


filaCon un innegable aroma a discriminación, las filas en las sucursales bancarias que separan a cuentahabientes de “no cuentahabientes” no solo son comunes en nuestro país sino que cada día crece más el abuso al que es sometido el “visitante” a través del trato diferenciado que recibe, que va desde permanecer más tiempo esperando a ser atendido hasta hacerlo de pie mientras los otros lo hacen cómodamente sentados. Todo indica que la banca institucional cree que aquellos que no son sus clientes son personas de segunda categoría.

Pero ¿qué otra cosa podríamos esperar de estas instituciones y de sus directivos si este nefasto clasismo es uno de los peores síntomas que por desgracia está arraigado en la cultura de nuestro país?

Desde la óptica de servicio a cliente, resulta absurdo pensar que la gente que entra a una sucursal bancaria sin ser cuentahabiente merece un trato distinto. Aunque las razones de su presencia en el banco resultan obvias, parece que a los banqueros no les son tan evidentes y actúan como si estos visitantes no tuvieran nada que hacer ahí. Parece que no les queda claro que todas las personas “no cuentahabientes” que entran a una sucursal bancaria lo hacen en representación del cuentahabiente y por lo tanto son tan clientes como él. Desde una perspectiva ética y moral se hace necesario dejar de nutrir la cultura de los “privilegiados” y apuntar hacia una sociedad más justa e incluyente.

Por otro lado, no se necesita ser sabio ni erudito para notar que este trato diferenciado no otorga ningún valor agregado a nadie y solo provoca filas con tiempos de servicio muy ineficiente sin mencionar los enfados y frustración que se le asocian. Si la banca quiere marcar la diferencia y buscar personas preferentes, entonces que atiendan primero a los adultos mayores, a las señoras embarazadas, a padres con niños pequeños o a personas con alguna discapacidad. Si quieren eficiencia en sus filas que entonces hagan estudios serios que diseñen e implanten sistemas que reduzcan el tiempo que la gente (sin hacer distinciones) pasa en una sucursal. Para marcar la diferencia, necesitan echar mano de una creatividad ética y positiva y dejar de vivir en un pasado absurdo, clasista y por demás discriminatorio.

Ojala que la conciencia de los usuarios y de los banqueros impere para corregir esta vergüenza y provoque un cambio positivo que sea un ejemplo de eficiencia e inclusión.

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La captura del Chapo: ¿una solución o una oportunidad para reflexionar?


La reciente recaptura del Chapo htaches de sangrea sido un evento de talla internacional y pareciera, o al menos así nos lo quisieran vender, ser un indicativo de que la guerra contra el narcotráfico comienza a balancearse en favor de la autoridad. Independientemente de que este señor seguramente debe algunas cuentas a la sociedad y había razones de sobra para aprehenderlo, resultaría infantil creer que derivado de esta captura los problemas del narcotráfico y de todos sus negocios asociados hayan sido siquiera debilitados un poco.

Por el contrario, el gran negocio de la droga que involucra a hombres de negocio, bancos, fabricantes de armas y políticos entre otros está muy lejos de haber sido afectado y este impase que sufrieron con la captura de uno de sus capos seguramente ya lo resolvieron. De igual manera, sería ingenuo pensar que los cárteles los conforman solamente grupos aislados de forajidos de Sinaloa, Tamaulipas, Michoacán o de cualquier otro estado. Es más razonable pensar que estos grupos están bien estructurados, organizados, cuentan con tecnología de punta y están fuertemente respaldados por instituciones legítimas como lo pueden ser bancos internacionales y otras industrias como la armamentista que no solo lucra con las armas pequeñas que solemos asociar con este ilícito sino que lo hace en abundancia con equipos sofisticados como lo pueden ser helicópteros, aviones, barcos y demás equipo pesado y tecnológico que se usa en la lucha contra el narcotráfico. Por otro lado, es innegable que también reciben el apoyo de gobernantes y militares corruptos que desde altas sillas a nivel jerárquico cuentan con el poder e influencia suficientes para facilitar el negocio. Adicionalmente, si consideramos la jugosa derrama económica que representa este negocio para sus accionistas nos tendíamos que inclinar forzosamente a pensar que esta industria no puede desaparecer con la simple captura de uno de sus capos.

El problema del crimen asociado a la droga va a desaparecer cuando la sociedad despierte y deje de buscar culpables o causas fantoches y de perder el tiempo atendiendo a las historias propagandistas de la TV y empiece a rechazar las soluciones mediocres que se le han propuesto para solucionar este gravísimo mal. El verdadero problema radica en que como sociedad hemos evadido la obligación de dar una respuesta madura y efectiva a los usuarios de las drogas y nos hemos limitado a prohibírselas para mantener nuestra moral tranquila.

Es evidente que prohibirlas no soluciona nada y también es claro que permitirlas tampoco acabará o reducirá el consumo de la misma manera que permitir el alcohol no reduce los problemas relacionados con éste. Sin embargo, regular el uso y distribución de drogas no solo es una obligación social sino que ésta acción sí eliminará a las organizaciones criminales que trafican con ellas así como también acabará con todos los efectos colaterales que el crimen acarrea: asesinatos, corrupción, secuestros, extorsiones, tráfico de armas y demás delitos bien conocidos por todos que seguramente cuestan más a la sociedad que los efectos del uso de las drogas que nos guste o no ya padecemos.

Buscar una solución distinta a un problema añejo seguramente nos presentará escenarios diferentes que nos permitan construir nuevas experiencias para encaminarnos hacia un futuro más halagador. La marginación que orilla al consumo de sustancias toxicas no desaparece con el hecho de darle la espalda así como tampoco podemos prohibirle la depresión a un drogadicto y menos esperar que el mal desaparezca después de elevar una plegaria o con adoptar posturas moralistas. Permitámonos como sociedad aprender de las consecuencias de nuestras decisiones y que nuestra sólida postura obligue a los gobernantes a respaldar nuestras ideas. Acabemos de una vez por todas con la ignorancia, indiferencia y miedo que nos aquejan y que hombres de negocios y gobernantes sin escrúpulos aprovechan para seguir lucrando con la desgracia de aquellos que usan drogas mientras que se llevan a toda la sociedad entre las patas.

Velemos por una solución diferente que esté encaminada a terminar con el mayor problema de las drogas: el crimen organizado que florece gracias a su prohibición.

fotografía cortesía de http://www.sxc.hu

 

La psicosis Zombi


foto zombi¿Y si en esta ocasión les hablara acerca de la innegable presencia de los zombis? Posiblemente me tirarían de a loco o de fantasioso por decir lo menos. Pero no me refiero a esos entes desfigurados come-hombres de las películas que vagan por el mundo esparciendo la peste a mordidas, ni tampoco me refiero a aquellas personas de actitud indiferente y ensimismada que parecen andar sin rumbo mientras desbordan desinterés. En realidad, me refiero a algo mucho más profundo y silencioso que está siendo inoculado en nuestras venas y que pudiese ser más dañino inclusive que cualquier peste zombi descrita por la ciencia ficción. Estoy hablando de una pandemia que enferma a la sociedad actual y la vuelve contra sí misma, tal y como los zombis. Un padecimiento cuyo síntoma es la sinrazón que instila miedo y desconfianza entre hermanos, amigos, esposos o naciones. Esa enfermedad silenciosa que nos aqueja es la que llamo la “psicosis zombi.”

Para poder describir el síntoma, imaginemos por un instante un mundo en donde los zombis han tomado el control. Un escenario semejante, se podría quizá tomar de alguna serie de TV que trate sobre el tema. Supongamos que nos encontramos en una situación parecida a la de los personajes de dichas series y que estamos expuestos constantemente al inminente peligro de un ataque zombi. Bajo esas circunstancias, es innegable que sería fácil que sintiésemos miedo y ansiedad con solo pensar en la posibilidad de que en cualquier momento uno pudiera ser devorado por esos “caminantes.” Para lograr sobrevivir en un escenario tan devastador, al igual que los personajes, tendríamos que aprender a vivir en un estado de alerta constante en donde la desconfianza casi psicótica hacia todo y todos jugaría un papel fundamental. Ahora bien, lejos de la ficción, los invito a analizar las relaciones entre los individuos de la sociedad actual. El temor se está convirtiendo en una pieza cotidiana que nos motiva a desconfiar del prójimo por casi cualquier causa, ya sea su raza, credo, afiliación política, opinión, aspecto, vecindario o nacionalidad por mencionar algunas. Por absurdo que parezca, este temor hacia lo que no podemos o más bien no queremos entender, no solo es auto-impuesto sino que además está creciendo de manera desproporcionada y a pesar de que no hay zombis allá afuera comenzamos a actuar tal y como si los hubiera.

Nuestro nivel de análisis tan superficial y la notable haraganería intelectual que nos invade están convirtiéndonos en entes crédulos, manipulables, temerosos e impresionables y somos presas fáciles de las palabrerías y opiniones irresponsables de unos cuantos que sin fundamento, nos presentan escenarios artificiales para convencernos de la necesidad de arremeter contra prácticamente cualquiera solo porque nos parece lo adecuado para establecer ideales o defender nuestra seguridad artificial. Desafortunadamente, nos estamos perdiendo en el miedo y estamos dejando a un lado nuestra capacidad de confianza, de entendimiento y de empatía hacia el dolor ajeno. Peligrosamente, esta actitud desconfiada y temerosa está empezando a formar parte inherente de nosotros mismos y corremos el riesgo de llevarla hacia prácticamente todas las actividades de nuestra vida cotidiana.

El temor a perder nuestra insignificante seguridad ficticia es tan profundo que nos ciega y nos paraliza. Nos estamos dejando convencer que prácticamente cualquiera nos puede arrebatar lo que consideramos como nuestro y no dudamos en tomar acción o bien en justificar y aplaudir a quien la tome para defendernos. Sin embargo, sería ingenuo pensar que podemos forjar una sociedad a partir de la desconfianza y tampoco podríamos construir un futuro sustentable basado en la hipocresía ni erguir nuestras ciudades rodeadas de muros, guardias y cercos de alambre. La sociedad se desmorona a cachos y si acaso, nuestra pazguata actitud solo nos ayuda a apuntalar lo que nos queda disfrazando nuestra suspicacia con un poco de respeto.

Todos estamos siendo expuestos a la psicosis zombi, sin embargo y por fortuna, no todos están siendo contagiados. Hay todavía muchos allá afuera que soportan el embate de esta pandemia y que deciden día a día no dar marcha atrás y enfrentarla a través de un nivel de conciencia y entendimiento más elevados.  Aunque implica un esfuerzo, estos Zahantis «los despiertos» se sacuden la indiferencia y la inopia y participan con su grano de arena analizando, observando, cuestionando y entendiendo, logrando así evitar el contagio y con su reflexión ayudan a esparcir la vacuna y forjar un cambio positivo en la sociedad. ¡Bien por ellos! Efectivamente, no podemos simplemente sentarnos a ver como se cae todo a nuestro alrededor y conformarnos con que nos señalen a los supuestos culpables en la TV o en discursos de pacotilla, mientras esperamos cómodamente a que alguien más haga algo al respecto sin ni siquiera tomarnos la molestia de entender el verdadero sentido de los escenarios y sus implicaciones. La recuperación de la sociedad entera depende de la suma de las voluntades individuales que estén libres de la psicosis zombi. El cambio solo comienza cuando alguien decide iniciarlo o apoyarlo.

¡Ojala que el buscar la cura para la psicosis zombi e iniciar el cambio positivo que la sociedad necesita forme parte de la lista personal de propósitos de cada uno de nosotros en este año nuevo que comienza!

¡Feliz 2016!

fotografía cortesía de http://www.sxc.hu

 

 

Los amigos que valen la pena


foto manitos¡Un afectuoso saludo a todos mis seguidores!

Hoy quiero rendir un tributo a todos ustedes: los amigos que valen la pena.

En esta sociedad en la que vivimos, donde los seres humanos nos relacionamos típicamente para buscar satisfacción y conveniencia mutua, es sin duda inapreciable el valor que tiene una verdadera amistad. Y me refiero a aquella que es honesta, desinteresada y que se sostiene en el verdadero amor y la confianza.

Aunque parezca contradictorio, solemos cobijar nuestras relaciones en el amor, sin embargo, nos hemos preguntado si ¿viven nuestras relaciones en un estado de comunión y libres de miedo? O será más bien que cada uno vive la relación a su manera, es decir, desde lados opuestos de una especie de muro y defendiendo sus propios intereses, deseos, necesidades o ambiciones. Sólo nos asomamos por encima del muro para relacionarnos y hablar de las obligaciones y responsabilidades del otro mientras enmascaramos nuestras propias intensiones con una actitud de respeto y aderezamos el dialogo con una infusión de tolerancia. Es evidente que si alguien busca satisfacción y siente que el otro se la puede proporcionar entonces lo incluirá, si no, lo evitará. Es claro que ambas partes buscarán seguridad por lo que si no la obtienen simplemente terminan la relación y habrá un conflicto entre ellas.

¿Qué es primero entonces: el deseo o la relación? Es obvio que lo primero y por tanto la relación es satisfacción y sólo nace cuando el uno espera algo a cambio del otro. Pero para ser sinceros ¿que podríamos esperar distinto si así nos lo han inculcado por generaciones? Infelizmente, se nos educa para relacionarnos preferiblemente con quienes nos ayuden en la consecución de nuestros objetivos ya sean económicos, sociales, políticos o psicológicos. De la misma manera, se nos indica que debemos de evitar a ciertos grupos basados simplemente en su posición social o aspecto e inclusive se nos instila a temerle a quienes profesan cierto credo, tienen un color de piel distinto o porque simplemente son de cierta nacionalidad.

No obstante lo anterior, dentro de esta sociedad vacía y a veces tan sin sentido, quiero reconocer que existen luces y dedicarle este mensaje y reconocimiento a manera de homenaje a todas ellas: mis lectores anónimos que de forma desinteresada dedican su tiempo para leer mis ideas e invierten su reflexión en lograr un cambio profundo que dejará huella en la comunidad.

Para todos ustedes, que muestran un desinterés legítimo y que entienden el valor de una verdadera amistad, les deseo de todo corazón el mayor de los éxitos en su búsqueda, que sé está muy alejada de lo que el hombre común e interesado busca.

A todos mis amigos, los zahantis «los despiertos» en verdad muchas gracias por su amistad, desinterés y confianza.

¡Felices fiestas!

fotografía cortesía de http://www.sxc.hu

 

Non Habemus Papam – un cambio de estafeta espiritual


san pedro

La verdad siempre resplandece al final, cuando ya se ha ido todo el mundo. Julio Cerón

De acuerdo con San Malaquías, Benedicto XVI sería el penúltimo Papa de la historia y llevaría el lema de “gloria olivae” (la gloria del olivo). Sin pretender tener la intención de dar fe a ningún vaticinio, pareciera que para la curia, el lema que más les gustaría hacer valer aquí es “la gloria del olvido.” La renuncia del papa ha provocado sorpresas y deja espacio a muchas especulaciones que apuntan hacia las verdaderas razones detrás de su decisión. Los múltiples escándalos y casos de corrupción y abuso aparecen incesantemente en la Iglesia. Hasta hoy, continúan recibiendo la misma respuesta de impunidad, omisión y silencio que lógicamente a los creyentes, les resulta imposible de olvidar.

Es innegable que la Iglesia está pasando por una crisis profunda que se dramatiza aún más con la dimisión del actual pontífice. Benedicto XVI,  deliberadamente eligió para sí un lema y lo llevó a su pontificado. Dicho lema lo adoptó desde que fue nombrado Arzobispo de Munich: «cooperatores veritatis» (colaborador de la verdad).

¿Fue quizá esta actitud de apertura y humilde reconocimiento de errores la que le generó resistencia y rechazo entre sus colaboradores? Es indudable que este Papa es un gran intelectual quien recibió la dificil tarea de guiar a la Iglesia en una época de profundos movimientos de cambio. Aparentemente, eligió dirigirla desde el timón de la verdad.

Si bien resultará dificil conocer la verdad detrás de esta decisión, la nunciatura nos podría sugerir que estos acontecimientos son indicadores de que la Iglesia está en constante renovación, la realidad es que continua atada a viejas costumbres y a dogmas petrificados. La Iglesia no se renueva, lo que está sujeto a renovación constante es la fe y en este momento, parece que está cruzando por un momento importante: La fe inicia de nuevo. 

En medio de la tempestad, el capitán del navío abandonó el timón. Si bien, las razones personales que aparentemente respaldan esta medida son muy respetables, es un símbolo de que las tradiciones y los principios de la fe (al menos la estatutaria) se están tambaleando. En los próximos días, estaremos expuestos a anuncios adornados de forma abundante y “copeteados” con aderezos teológicos para indicar que todo está controlado. Es posible que inclusive presenciemos un cónclave atípicamente corto.  Sin embargo, la realidad es que durante este momento tan relevante de la historia de la religión romana, un nuevo católico está despertando. Este nuevo creyente es más progresista, le gusta participar del mundo y someterse al aprendizaje de sus propias experiencias. Aunque pareciera ser menos receptivo a los dogmas, suele abrazar ideas que le parezcan novedosas y liberales. Esta actitud, lo puede llegar a convertirle en un cómplice de la comunidad anticatólica.

El abrupto cambio en la capitanía de la Iglesia, alcanza a la sociedad en un momento crucial. Se deja en evidencia que será difícil para la nunciatura recobrar el rumbo sin dejar a la vista actitudes chapuceras y argucias políticas. El Vaticano lucha por encubrir su nido de corrupción, lavado de dinero y pedofilia que ponen al descubierto que la curia queda muy alejada del cielo y terriblemente cerca del pecado y la cotidianeidad mundana. La jerarquía católica, deja a la vista ser un reflejo de una profunda descomposición moral que se presta a proteger privilegios y encubrir a criminales.

Si bien pareciera ser un momento para dar rienda suelta a la secularización, estamos ante una oportunidad sin precedentes. Hoy, la comunidad católica se encuentra ante la gran posibilidad de liberar algunas ataduras y comenzar a buscar la verdadera fe y auténtica espiritualidad en dónde siempre residió: en nosotros mismos. Es un momento cumbre para leer las Escrituras con ojos nuevos y abrir la mente al conocimiento que reside en otras fuentes, no necesariamente canónicas. Es tiempo de cuestionar los dogmas y romper así las cadenas que nos ataron durante siglos a una esclavitud espiritual.

Es el momento de reconocer que la fe católica no se escapa de embustes políticos y de enredos morales. El Estado Vaticano nos deja entrever una oscura realidad mundana que todavía podría esconder algunos oscuros secretos entre sus paredes.

Es pues, un momento de renovación espiritual y no de abandono divino. Aprendamos y atrevámonos a reencontrarnos con nuestro ser verdadero. Él vive en nosotros y nosotros en él, nunca ha tenido planes de renunciar y siempre nos estará esperando para acompañarnos “hombro con hombro” el resto del camino. Quizá la consigna de Malaquías sobre Gloria Olivae (el triunfo de la paz) resida, aunque sea en parte, en este proceso de renovación de fe. El tiempo dirá si Benedicto XVI será recordado por haber sido un franco «cooperatores veritatis» y si esta postura tendrá un eco favorable en el desarrollo de la vida espiritual de los católicos.

¿21 de Diciembre… esperar el nuevo fin del mundo o provocar el comienzo de uno nuevo?


fin del mundo

“Toda historia tiene un gran final pero en la vida un final es el comienzo de algo nuevo.” Anónimo

El pasado 21 de Diciembre no pudo pasarnos inadvertido. Quizá algunos respiraron con alivio al percatarse de que la antigua y apocalíptica profecía Maya no se había consumado. Muchos otros, tal vez no le prestaron demasiada importancia, pero es innegable que logró robar su atención. Aunque ahora muchos están tratando de justificar las fallas predictivas y otros tantos están tratando de fechar el nuevo final.  Lo cierto es que el fin del mundo ha sido ya tan vaticinado que cada día pierde más credibilidad. Nada es lo que aparenta y en este mundo tan influenciable, queda en evidencia que se le puede sacar provecho a prácticamente cualquier cosa. Por lo pronto, seguimos siendo testigos o víctimas de la propaganda, la falta de profundidad de nuestras reflexiones y en general del folklore y del frenesí que pueden aflorar en a la sociedad.

Durante décadas, si no siglos, hemos escuchado de manera reiterada este tipo de presagios y visiones de algunos profetas cómo Nostradamus, Santa Lucía o los Mayas. Sin embargo, resulta evidente que estas premoniciones quedan sujetas a demasiada subjetividad por parte de los futuristas y gurús que tratan de interpretarlas. Hoy por hoy, estas versiones acerca de los posibles mañanas que deparan a la humanidad, parece que cogen mayor validez y fuerza en la medida en que su explotación y sensacionalismo puedan ser utilizados con fines lucrativos.

¿Cuál será la siguiente profecía que será develada, y cuál será el impacto que pueda ocasionar (o se espera ocasione) en nuestras mentes?  Eso, sólo el tiempo lo podrá responder.

Independientemente de que la humanidad pueda ser víctima de una catástrofe y de que algunas personas puedan efectivamente tener el don de la profecía, me parece más loable que en lugar de preocuparnos por la siguiente fecha del “armagedón cósmico” (y que ahora sí sea “la buena”),  mejor nos ocupemos por intentar provocar una “hecatombe interior” que nos ayude a deshacernos de los patrones y paradigmas que nos mantienen estancados como humanidad y los reemplacemos por ideas más frescas que nos permitan crecer como individuos y ser cada día mejores.

En realidad, si lo pensamos bien, resulta igualmente triste despertar en un mundo que no está dispuesto a cambiar y que decide mantener y defender sus actitudes negativas, egoístas y engreídas, que no hacerlo del todo, por que el mundo llegó a su fin.

En lugar de atemorizarnos o mostrarnos indiferentes ante un posible final catastrófico, debería de estremecernos más el hecho de vivir en una sociedad que mantiene al dinero en un pedestal y que no es capaz de entender que cuando no haya nada más, este de poco o nada va a servirnos. A la sociedad contemporánea le cuesta trabajo apreciar el valor de la familia, de la amistad, de la honestidad y de la hermandad, simplemente porque resulta difícil asociarles un equivalente monetario. Por otro lado, la tolerancia y el respeto ceden cada día más terreno ante la actitud individualista generalizada.

Deberíamos de aprovechar toda la energía que acompaña a la parafernalia de los mitos del fin del mundo para provocar un final tajante al conjunto de creencias que nos mantienen insensibles ante el prójimo y nos impiden alcanzar niveles de conciencia más elevados. Debemos permitirnos reinventarnos en amor y armonía con todo el universo y así inducir de una vez por todas, el verdadero fin del mundo que conocemos.

Los Mayas no sólo profetizaron el fin de una era, también entendían y pregonaban  el hecho de que todos estamos entrelazados y lo que le hacemos al otro, nos lo hacemos a nosotros mismos. In lakesh, era la palabra que usaban para referirse a “tú eres yo, yo soy tú.”

¿Por qué no difundir más esta idea que nos acerca como seres humanos?

¿Será que las catástrofes “venden” más y sirven para afirmar las actitudes individualistas en los seres humanos?

¿Cuántas catástrofes (profetizadas o no) nos deparan antes de poder darnos cuenta de que debemos corregir el rumbo como seres humanos y así provocar un futuro más alentador y favorable para todos?

El poeta William S. Merwin dijo: “todos estamos dormidos con brújulas en nuestras manos,”

¿Qué necesitamos para despertar?

Tú tienes la llave para abrir tu mente y empezar a provocar o absorber nuevas ideas que cuestionen a los paradigmas colectivos prevalecientes. Tú puedes tomar la decisión de seguir como hasta hoy, o bien, continuar el viaje por un camino nuevo.

In lakesh.

Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu/

La danza de las marionetas: 1º Diciembre 2012


marioneta

Para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula. John K. Galbraith

Cómo cada seis años, hace unos días en México ocurrió el cambio de estafeta presidencial. Cómo de costumbre, existen grupos de gente que están a favor del cambio, grupos que se muestran en contra y algunos otros con actitud indiferente. Sin embargo, esta vez emergió un grupo que quiso cobrar un papel protagónico, y aunque tomó una actitud que preocupa a muchos, todo apunta a que es una puesta en escena dirigida y manipulada con fines políticos.

Este grupo es víctima de su propia ceguera e ignorancia. No saben lo que hacen, ni porqué lo hacen. Simplemente lo hacen. Equipados con toletes, bombas molotov, petardos y otros artefactos preparados con antelación, esta pandilla enarbola el derecho de manifestación y lo aprovecha para comportarse como una manada de verdaderos imbéciles. Coaccionan, insultan, agreden y arremeten por igual contra policías, ciudadanos y propiedad tanto privada como pública bajo el cobijo del simple argumento de creer poseer el derecho de hacerlo. Preocupa que un grupo de gente bajo la influencia de una clara manipulación y frenesí colectivo, es capaz de prácticamente cualquier cosa.

Por fortuna para ellos (y tristemente en agravio a la nación), en este país de “nunca pasa nada” no tienen mucho de que preocuparse. Muy pronto, a aquellos presuntos delincuentes apresados por cometer motines, destrozos, robos y demás fechorías los vamos a ver de regreso en las calles. Ya veo la escena en los noticieros: un grupo de marionetas desalineadas recibiendo abrazos y muestras de afecto de familiares y amigos al salir de la prisión. Si no supiéramos que pasa, nos veríamos inclinados a pensar que estamos siendo testigos de una entrega de premios o de una graduación universitaria. Tristemente, estos malos mexicanos van a ser felicitados por haberse comportado como unos verdaderos estúpidos.

En este “mundo al revés,” sólo puedo llegar a pensar en una explicación posible:

Estamos siendo nuevamente testigos de una pantomima más de circo absurdo orquestada por algún grupo político. Estos sinvergüenzas lanzan a las calles (con sus hilos bien atados) a su cohorte de títeres para así intentar ganar cierto nivel de poder y control. México ya no puede permitirse actitudes tan absurdas. Ya no estamos para protestas, sino para trabajar unidos en seriedad y en paz en aras de edificar un país más justo y mejor para cada uno de nosotros y nuestros hijos.

El perfecto «títere» que es seleccionado para participar en estas escaramuzas es un individuo que cree (o le hacen creer) que los culpables de su situación y sus problemas son los burgueses y el sistema. O bien, cualquier otra idea que funcione para persuadirlos de participar en actos sin sentido. Por ahora, el origen de estos grupos no se limita a ciertas áreas o comunidades. Los largos hilos del “titiritero” alcanzan desde las clases marginadas más desfavorecidas hasta a los estudiantes de prestigiadas universidades privadas. El común denominador parece ser que este actor secundario puede ser cualquier persona, siempre y cuando no sea consciente de estar siendo utilizado. El personaje no debe de ser capaz de vislumbrar que cuándo la función va mal, los “jitomatazos” son para las marionetas y estas al final, serán arrumbadas en un cajón mientras que los “titiriteros” se van a festejar.

Esta víctima de manipulación parece que no muestra una gran disciplina cognitiva y mucho menos capacidad de reflexión y pensamiento propio. Ha vivido en el engaño la mayor parte de su vida y se apodera fácilmente de sueños ajenos (aunque sean estos equivocados). Su poca fe y confianza en si mismo lo hace presa fácil de ideologías carentes de sentido y erudición. No se instruye, no lee, no le gusta pensar por si mismo y esto le genera una simiente intelectual árida y perfecta para abrazar y aceptar cualquier ideología.

En fin, sus actos podrían dar material para cualquier compendio de “antología de la idiotez” y no demuestran más que su pobre capacidad de entendimiento permanece desprevenida ante cualquier acto de manipulación. Tristemente, parece ser que estos individuos se quieren multiplicar: los vimos en la toma de poder presidencial y en Michoacán por mencionar algunos sitios. Sin embargo, el problema y la amenaza no reside en estos títeres. Hoy más que nunca, debemos de sentir la obligación de reflexionar y hacer algo al respecto. Los borregos son culpables de seguir al pastor y de las consecuencias que esto conlleve. Sin embargo, todos sabemos que detrás de estos blandos cerebros hay uno (o unos) maquinando planes egoístas y hasta macabros. Son ellos el verdadero cáncer que quiere infectar y desestabilizar a nuestro país.

Las autoridades, previniendo el afamado “costo político” se muestran temerosas y sumisas. Se esconden detrás de demagogias y discursos que no empatan con sus decisiones y acciones. Parece difícil encontrar una solución viable a estos conflictos cuando además, por décadas nos hemos olvidado irresponsablemente de algunos de nuestros hermanos desprotegidos y vulnerables. No se ve una tarea fácil, sin embargo, una actitud negativa y hostil tampoco nos va a llevar a ningún lado.

En este sexenio que comienza (independientemente de nuestra afiliación o simpatía partidista) debemos de tomar una actitud diferente. Después de todo, no podemos esperar resultados diferentes si nos mantenemos pensando y actuando de la misma manera en la que lo hicimos en el pasado. Es hora de sumar en acuerdos y dejar de restar en diferencias, México ha demostrado que es un país que puede salir de los problemas y este no debiera de doblegar nuestra voluntad.

¿Qué México quieres para ti? ¿El que te mereces o el que “otros sinvergüenzas” quieren que les ayudes a conseguir? Si bien estos autores intelectuales tienen cuidado de no exponerse a la luz pública, el sentido común nos indica de quien se trata. Sólo basta mirar por otras ventanas hacia el Congreso y grupos políticos para darse cuenta de quienes toman una actitud hostil, reaccionaria y negativa.

Si ya no sabes en quien creer, haz un esfuerzo por escuchar a tu corazón. Si lo haces, tu decisión no podrá estar equivocada.

Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu

Reconéctate con tu yo superior (cuarta parte)


Los 10 hábitos de la Gente Altamente Atractiva aplicados para reconectarte con tu “yo superior.”

«Vive de tu imaginación, no de tu pasado.» Stephen R. Covey

Hábito 4: Visualiza

Cómo ya he mencionado en  artículos anteriores, cada persona sobre la tierra, es en verdad una expresión espiritual vinculada de manera natural y armónica con las fuerzas creativas del universo y con todo lo que existe. Esta expresión habita en el interior de cada uno de nosotros. Reconocerla y reconectar con ella para así invitarla a formar parte activa de nuestra vida nos ayudaría a recordar quienes somos realmente, y a sacar el máximo provecho de nuestra experiencia física.

No obstante, es importante reconocer que independientemente de lo anterior, cada uno de nosotros tenemos una percepción o definición sesgada y hasta artificial de ella. En otras palabras, solemos definir y entender nuestra expresión espiritual basados en dogmas o creencias que nos fueron de una u otra manera inculcados desde temprana edad.

Independientemente de lo que hayamos aprendido o nos haya sido enseñado, es importante considerar que la fuerza “invisible” que reside en nuestro interior es alcanzable y podemos abrir la puerta para establecer una conexión efectiva con ella. Aunque esto en principio pueda sonar a fantasía, en realidad es posible vivir la experiencia física apoyándonos en nuestra guía espiritual.

De ella recibimos ayuda de manera incondicional y nunca emitirá juicio alguno en nuestra contra. Un buen comienzo en esta tarea de reconexión, es imaginar que ésta sucede. Pensar y sentir que nos comunicamos de manera directa con ella es un buen ejercicio para establecer la comunicación con nuestro yo verdadero. Mientras lo haces, procura sentir y experimentar la paz, alegría, confianza y bienestar que te provoca saber que estas siendo ayudado y guiado por una fuerza todopoderosa.

Imaginar esta reconexión y experimentar el sentimiento que nos provoca esta situación es un buen ejercicio para poner en práctica y facilitar la reconexión con nuestro yo superior. Inténtalo durante tus sesiones de meditación. Estate atento a los mensajes y señales que empieces a recibir. Este es un ejercicio personal, abre tu mente y escucha a tu corazón.

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Navega con la luz de tu espíritu – Parte 2


Escucha solo a tu corazón, el es tu maestro. En el verdadero viaje de la vida, tu propia intuición es tu único maestro. OSHO

Hace algunas semanas escribí acerca de la importancia de encontrar el verdadero propósito de nuestra vida. Ahora bien ¿por dónde comenzamos?

Encontrar el verdadero propósito de nuestra vida no es una tarea fácil. Máxime si le adicionamos la complejidad de tener que discernir sobre toda clase de mensajes, comúnmente contradictorios, que recibimos de la sociedad y de los medios de comunicación en general. Lograr sincronizarnos con nuestro verdadero propósito puede llevarnos no solamente tiempo, sino además suele conducirnos por ejercicios de “prueba y error.” Encontrar nuestro verdadero propósito no tiene una fórmula universal, sin embargo, podríamos decir que es más fácil encontrarlo si estamos dedicados a buscarlo, que si no lo hacemos.

Es pues, tener el deseo de encontrarlo el primer paso en esta búsqueda. El siguiente paso, será ser paciente ya que podría ser que no obtengamos resultados inmediatos.

Independientemente de lo anterior, a continuación comparto algunas ideas (enunciativas y no limitativas) que pueden serte de ayuda en la búsqueda de este importante objetivo:

  • Identifica tus fortalezas personales, puede que tu propósito esté relacionado con lo que haces mejor.
  • Identifica tus pasiones y tus gustos, tu propósito estará en dónde te sientas feliz y satisfecho por los logros alcanzados y no tanto por las recompensas obtenidas.
  • Pasa tiempo contigo mismo, la única persona que puede saber hacia dónde dirigirse eres tú. Escucha a tu <<voz>> interior, hazle caso a tus corazonadas. La meditación puede ayudarte.
  • Mantente alerta a los mensajes que puedas recibir. Estate atento a lo que pasa a tu alrededor. Las señales pueden ser muy sutiles, sin embargo, usa tu instinto porque tu corazón sabrá cuándo se trate de algo importante.
  • Mantén tu mente abierta al cambio y no temas “girar el timón.” Prepárate para ponerte en acción, no esperes que las cosas sucedan sin un poco de colaboración de tu parte.
  • Recuerda que no estás en una competencia y que no tienes que demostrarle nada a nadie. El propósito en la vida es personal y solamente se aplica a ti. No dejes que las opiniones o juicios de otras personas alteren tu ruta.

Es indudable que la exposición a las ideas, mensajes y a paradigmas colectivos coadyuven a provocar un “vacío” de comprensión acerca de nosotros mismos. Sin embargo no olvides que tú tienes las condiciones y la capacidad para hacer que el deseo de tu corazón devenga la realidad de tu ser.

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