Archivo del sitio
El observador: amo o esclavo
«El hombre no posee muy desarrollada la capacidad de pensar, y hasta el más espirirual y cultivado, mira al mundo y a sí propio siempre a través del lente de fórmulas muy ingenuas, simplificadoras y engañosas»
El lobo estepario, Herman Hesse
Yo soy el observador. Y sin embargo, soy alguien que no mira la realidad porque se auto-engaña transformando todo lo que ve en una interpretación acomodada producto de los años de condicionamiento sistemático. Siempre al observar, inevitable e inconscientemente juzgo y opino acerca de todo lo que se devela ante mí. Si en verdad observase, me daría cuenta que cuando lo hago, no veo la realidad como es, sino que interpreto al mundo a través de los condicionamientos que me ha establecido mi nacionalidad, mi religión, mi género, mi educación, mi clase social y todo cuanto paradigma se me haya pegado por el camino. Cuando escucho a alguien, en realidad no le comprendo cabalmente porque filtro sus palabras con el cedazo de mis prejuicios y transformo sus ideas a conceptos que yo quiero entender y aceptar. Asimismo, cuando hablo, lo hago desde la esquina de mis limitaciones, mis ideales, mis complejos y anhelos y todo aquello que yo acepte como mi verdad.
Ese soy yo: el observador. La ira, el miedo, el odio, el despecho, el orgullo, la avaricia, la codicia y el deseo que experimento no es nada separado de mí sino por el contrario, son yo mismo porque estas emociones emergen en el preciso instante que presto atención y cobro conciencia de lo que observo. No puedo mirar a nada sin que emerga una opinión o un juicio al respecto que nace inexorablemente de mi experiencia pasada. Como aclaración, esto no aplica al mirar un árbol, un edificio o a las estrellas, esos son elementos directos de observación. A lo que me refiero abraza al campo de la psiquis, al mundo de las emociones, un proceso imperceptible y habitual que nos ahoga como sociedad. Por ejemplo, cuando veo a una persona de cierta religión, no veo a la persona si no que veo a un musulmán, a un judío, a un católico, a un latino, un negro, etc. Mi mente asocia de inmediato una serie de características y creencias que tengo acerca de dichos grupos y la persona desaparece súbitamente y en su lugar aparece miedo, odio, ansiedad, ira, etc. Estas emociones nacen del mismo proceso de pensar y se forman desde el pasado, de todo aquello que he acumulado en forma de paradigmas y que están arraigados en lo profundo de mi mente. Esas sensaciones en realidad no son ajenas a mí, son yo mismo ya son parte intrínseca del mismo proceso de pensar y de interpretar a través de la información conocida y almacenada en el cerebro. Cobran vida en mí y por lo tanto son yo mismo.
¿Es posible entonces observar sin juzgar, sin emitir opinión o crítica alguna? Posible sí, fácil quizá no. Sin embargo, el primer paso para lograrlo es darse cuenta de lo que acontece en la mente de instante a instante y aceptar lo que es sin intentar modificarlo, juzgarlo, rechazarlo o justificarlo.
Si queremos entendernos como sociedad, debemos de hacer a un lado todos los prejuicios y procurar alcanzar un nivel de conciencia más elevado y el primer paso está en empezar a entendernos como individuos. Así que hagámosle un favor a la humanidad y a nosotros mismos y en lugar de buscar verdades “allá afuera” para justificar nuestras propias limitaciones, ideas o complejos, busquemos la verdad donde realmente reside: dentro de cada uno de nosotros. Hagamos el papel de víctima a un lado y dejemos de ser esclavos de los dogmas, los estereotipos sociales, la política embustera y en general de las verdades ajenas que no son otra cosa que simples copias de mentiras repetidas de generación en generación. Ojala que el camino de la liberación comience a surgir entre nosotros para detener la ignorancia que alimenta la masacre y la intolerancia entre hermanos porque simplemente lo que observamos no lo podemos interpretar ni aceptar limpiamente como lo que es y nos empeñamos en querer transformarlo en lo que consideraríamos debiese ser. Dejemos pues de mirar a través del vidrio que opacaron los años de condicionamiento y atrevámonos a abrir nuevas ventanas. Bienaventurados los zahantis que día a día se encaminan en un camino de autodescubrimiento y que los acerca al umbral que los llevará a un lugar plagado de maravillas y abundancia infinitas. Son un ejemplo a seguir.
Foto cortesía de www.es.freeimages.com
La psicosis Zombi
¿Y si en esta ocasión les hablara acerca de la innegable presencia de los zombis? Posiblemente me tirarían de a loco o de fantasioso por decir lo menos. Pero no me refiero a esos entes desfigurados come-hombres de las películas que vagan por el mundo esparciendo la peste a mordidas, ni tampoco me refiero a aquellas personas de actitud indiferente y ensimismada que parecen andar sin rumbo mientras desbordan desinterés. En realidad, me refiero a algo mucho más profundo y silencioso que está siendo inoculado en nuestras venas y que pudiese ser más dañino inclusive que cualquier peste zombi descrita por la ciencia ficción. Estoy hablando de una pandemia que enferma a la sociedad actual y la vuelve contra sí misma, tal y como los zombis. Un padecimiento cuyo síntoma es la sinrazón que instila miedo y desconfianza entre hermanos, amigos, esposos o naciones. Esa enfermedad silenciosa que nos aqueja es la que llamo la “psicosis zombi.”
Para poder describir el síntoma, imaginemos por un instante un mundo en donde los zombis han tomado el control. Un escenario semejante, se podría quizá tomar de alguna serie de TV que trate sobre el tema. Supongamos que nos encontramos en una situación parecida a la de los personajes de dichas series y que estamos expuestos constantemente al inminente peligro de un ataque zombi. Bajo esas circunstancias, es innegable que sería fácil que sintiésemos miedo y ansiedad con solo pensar en la posibilidad de que en cualquier momento uno pudiera ser devorado por esos “caminantes.” Para lograr sobrevivir en un escenario tan devastador, al igual que los personajes, tendríamos que aprender a vivir en un estado de alerta constante en donde la desconfianza casi psicótica hacia todo y todos jugaría un papel fundamental. Ahora bien, lejos de la ficción, los invito a analizar las relaciones entre los individuos de la sociedad actual. El temor se está convirtiendo en una pieza cotidiana que nos motiva a desconfiar del prójimo por casi cualquier causa, ya sea su raza, credo, afiliación política, opinión, aspecto, vecindario o nacionalidad por mencionar algunas. Por absurdo que parezca, este temor hacia lo que no podemos o más bien no queremos entender, no solo es auto-impuesto sino que además está creciendo de manera desproporcionada y a pesar de que no hay zombis allá afuera comenzamos a actuar tal y como si los hubiera.
Nuestro nivel de análisis tan superficial y la notable haraganería intelectual que nos invade están convirtiéndonos en entes crédulos, manipulables, temerosos e impresionables y somos presas fáciles de las palabrerías y opiniones irresponsables de unos cuantos que sin fundamento, nos presentan escenarios artificiales para convencernos de la necesidad de arremeter contra prácticamente cualquiera solo porque nos parece lo adecuado para establecer ideales o defender nuestra seguridad artificial. Desafortunadamente, nos estamos perdiendo en el miedo y estamos dejando a un lado nuestra capacidad de confianza, de entendimiento y de empatía hacia el dolor ajeno. Peligrosamente, esta actitud desconfiada y temerosa está empezando a formar parte inherente de nosotros mismos y corremos el riesgo de llevarla hacia prácticamente todas las actividades de nuestra vida cotidiana.
El temor a perder nuestra insignificante seguridad ficticia es tan profundo que nos ciega y nos paraliza. Nos estamos dejando convencer que prácticamente cualquiera nos puede arrebatar lo que consideramos como nuestro y no dudamos en tomar acción o bien en justificar y aplaudir a quien la tome para defendernos. Sin embargo, sería ingenuo pensar que podemos forjar una sociedad a partir de la desconfianza y tampoco podríamos construir un futuro sustentable basado en la hipocresía ni erguir nuestras ciudades rodeadas de muros, guardias y cercos de alambre. La sociedad se desmorona a cachos y si acaso, nuestra pazguata actitud solo nos ayuda a apuntalar lo que nos queda disfrazando nuestra suspicacia con un poco de respeto.
Todos estamos siendo expuestos a la psicosis zombi, sin embargo y por fortuna, no todos están siendo contagiados. Hay todavía muchos allá afuera que soportan el embate de esta pandemia y que deciden día a día no dar marcha atrás y enfrentarla a través de un nivel de conciencia y entendimiento más elevados. Aunque implica un esfuerzo, estos Zahantis «los despiertos» se sacuden la indiferencia y la inopia y participan con su grano de arena analizando, observando, cuestionando y entendiendo, logrando así evitar el contagio y con su reflexión ayudan a esparcir la vacuna y forjar un cambio positivo en la sociedad. ¡Bien por ellos! Efectivamente, no podemos simplemente sentarnos a ver como se cae todo a nuestro alrededor y conformarnos con que nos señalen a los supuestos culpables en la TV o en discursos de pacotilla, mientras esperamos cómodamente a que alguien más haga algo al respecto sin ni siquiera tomarnos la molestia de entender el verdadero sentido de los escenarios y sus implicaciones. La recuperación de la sociedad entera depende de la suma de las voluntades individuales que estén libres de la psicosis zombi. El cambio solo comienza cuando alguien decide iniciarlo o apoyarlo.
¡Ojala que el buscar la cura para la psicosis zombi e iniciar el cambio positivo que la sociedad necesita forme parte de la lista personal de propósitos de cada uno de nosotros en este año nuevo que comienza!
¡Feliz 2016!
fotografía cortesía de http://www.sxc.hu
Los amigos que valen la pena
¡Un afectuoso saludo a todos mis seguidores!
Hoy quiero rendir un tributo a todos ustedes: los amigos que valen la pena.
En esta sociedad en la que vivimos, donde los seres humanos nos relacionamos típicamente para buscar satisfacción y conveniencia mutua, es sin duda inapreciable el valor que tiene una verdadera amistad. Y me refiero a aquella que es honesta, desinteresada y que se sostiene en el verdadero amor y la confianza.
Aunque parezca contradictorio, solemos cobijar nuestras relaciones en el amor, sin embargo, nos hemos preguntado si ¿viven nuestras relaciones en un estado de comunión y libres de miedo? O será más bien que cada uno vive la relación a su manera, es decir, desde lados opuestos de una especie de muro y defendiendo sus propios intereses, deseos, necesidades o ambiciones. Sólo nos asomamos por encima del muro para relacionarnos y hablar de las obligaciones y responsabilidades del otro mientras enmascaramos nuestras propias intensiones con una actitud de respeto y aderezamos el dialogo con una infusión de tolerancia. Es evidente que si alguien busca satisfacción y siente que el otro se la puede proporcionar entonces lo incluirá, si no, lo evitará. Es claro que ambas partes buscarán seguridad por lo que si no la obtienen simplemente terminan la relación y habrá un conflicto entre ellas.
¿Qué es primero entonces: el deseo o la relación? Es obvio que lo primero y por tanto la relación es satisfacción y sólo nace cuando el uno espera algo a cambio del otro. Pero para ser sinceros ¿que podríamos esperar distinto si así nos lo han inculcado por generaciones? Infelizmente, se nos educa para relacionarnos preferiblemente con quienes nos ayuden en la consecución de nuestros objetivos ya sean económicos, sociales, políticos o psicológicos. De la misma manera, se nos indica que debemos de evitar a ciertos grupos basados simplemente en su posición social o aspecto e inclusive se nos instila a temerle a quienes profesan cierto credo, tienen un color de piel distinto o porque simplemente son de cierta nacionalidad.
No obstante lo anterior, dentro de esta sociedad vacía y a veces tan sin sentido, quiero reconocer que existen luces y dedicarle este mensaje y reconocimiento a manera de homenaje a todas ellas: mis lectores anónimos que de forma desinteresada dedican su tiempo para leer mis ideas e invierten su reflexión en lograr un cambio profundo que dejará huella en la comunidad.
Para todos ustedes, que muestran un desinterés legítimo y que entienden el valor de una verdadera amistad, les deseo de todo corazón el mayor de los éxitos en su búsqueda, que sé está muy alejada de lo que el hombre común e interesado busca.
A todos mis amigos, los zahantis «los despiertos» en verdad muchas gracias por su amistad, desinterés y confianza.
¡Felices fiestas!
fotografía cortesía de http://www.sxc.hu
La magia en una sonrisa
«Tú no pudiste elegir la cara que tienes, pero sí la que pones.» FP Ramírez España
El idioma en una sonrisa es universal. Su significado no es ambiguo y su poder es infinito. La sonrisa es tan poderosa que el simple hecho de “dibujarla” en nuestro rostro le indica al cerebro que nuestro estado de ánimo es positivo y alegre (aunque no sea así). Esta es una simple receta que hechiza nuestra mente y que comienza a influenciarla positivamente.
La próxima vez que te sientas triste o decaído, intenta sonreír y sencillamente deja que la “magia” ocurra. La sola decisión de hacerlo, es el primer paso para comenzar a sentirte mejor. Auque existen estudios que confirman la teoría anterior, no es imprescindible que los conozcas para poder activarla con éxito. Compruébalo tú mismo. Sonreír no te cuesta nada y es contagioso. Es prácticamente imposible que una sonrisa sincera reciba en respuesta una muestra de desaprobación o de enojo.
Cuándo sonreímos, no solamente subimos la carga de energía positiva en nosotros mismos, sino que además la transmitimos a los demás y entonces, nos rebota de regreso. Creamos un ciclo continuo de vibración positiva a nuestro alrededor. Empezar a sonreír depende de decidirse a hacerlo. Así que si no estas dibujando una sonrisa en tu rostro en este momento es simplemente porque has decidido no hacerlo.
No obstante lo anterior, la norma general que impera en la sociedad contemporánea se refleja a través de rostros serios e inexpresivos. El paradigma social nos ha condicionado a creer que ser felices no es “noble” y desde que somos pequeños se nos inculca que el sufrimiento es parte integral (y natural) de la vida. Adicionalmente, la retórica social contemporánea nos invita a aceptar al dinero, la belleza, la aceptación y otros apegos como elementos indispensables para ser felices. Nuestra mente se confunde y no logra evitar sentir frustración por no poder conseguir todo aquello que le han hecho creer que es imprescindible para alcanzar la felicidad. En consecuencia, nuestro rostro refleja el estado de ánimo que experimentamos.
Recuerda que está en ti romper con la creencia o el esquema mental que te mantiene repitiendo patrones añejos. Elige sonreír por encima de cualquier experiencia que estés cruzando. Sonreír es gratis, es social y legalmente aceptado y es el tipo de gesto que hace y comunica “magia.”
Entre sonreír y no hacerlo se encuentra simplemente una decisión… y es solamente tuya.
Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu/
¿21 de Diciembre… esperar el nuevo fin del mundo o provocar el comienzo de uno nuevo?
“Toda historia tiene un gran final pero en la vida un final es el comienzo de algo nuevo.” Anónimo
El pasado 21 de Diciembre no pudo pasarnos inadvertido. Quizá algunos respiraron con alivio al percatarse de que la antigua y apocalíptica profecía Maya no se había consumado. Muchos otros, tal vez no le prestaron demasiada importancia, pero es innegable que logró robar su atención. Aunque ahora muchos están tratando de justificar las fallas predictivas y otros tantos están tratando de fechar el nuevo final. Lo cierto es que el fin del mundo ha sido ya tan vaticinado que cada día pierde más credibilidad. Nada es lo que aparenta y en este mundo tan influenciable, queda en evidencia que se le puede sacar provecho a prácticamente cualquier cosa. Por lo pronto, seguimos siendo testigos o víctimas de la propaganda, la falta de profundidad de nuestras reflexiones y en general del folklore y del frenesí que pueden aflorar en a la sociedad.
Durante décadas, si no siglos, hemos escuchado de manera reiterada este tipo de presagios y visiones de algunos profetas cómo Nostradamus, Santa Lucía o los Mayas. Sin embargo, resulta evidente que estas premoniciones quedan sujetas a demasiada subjetividad por parte de los futuristas y gurús que tratan de interpretarlas. Hoy por hoy, estas versiones acerca de los posibles mañanas que deparan a la humanidad, parece que cogen mayor validez y fuerza en la medida en que su explotación y sensacionalismo puedan ser utilizados con fines lucrativos.
¿Cuál será la siguiente profecía que será develada, y cuál será el impacto que pueda ocasionar (o se espera ocasione) en nuestras mentes? Eso, sólo el tiempo lo podrá responder.
Independientemente de que la humanidad pueda ser víctima de una catástrofe y de que algunas personas puedan efectivamente tener el don de la profecía, me parece más loable que en lugar de preocuparnos por la siguiente fecha del “armagedón cósmico” (y que ahora sí sea “la buena”), mejor nos ocupemos por intentar provocar una “hecatombe interior” que nos ayude a deshacernos de los patrones y paradigmas que nos mantienen estancados como humanidad y los reemplacemos por ideas más frescas que nos permitan crecer como individuos y ser cada día mejores.
En realidad, si lo pensamos bien, resulta igualmente triste despertar en un mundo que no está dispuesto a cambiar y que decide mantener y defender sus actitudes negativas, egoístas y engreídas, que no hacerlo del todo, por que el mundo llegó a su fin.
En lugar de atemorizarnos o mostrarnos indiferentes ante un posible final catastrófico, debería de estremecernos más el hecho de vivir en una sociedad que mantiene al dinero en un pedestal y que no es capaz de entender que cuando no haya nada más, este de poco o nada va a servirnos. A la sociedad contemporánea le cuesta trabajo apreciar el valor de la familia, de la amistad, de la honestidad y de la hermandad, simplemente porque resulta difícil asociarles un equivalente monetario. Por otro lado, la tolerancia y el respeto ceden cada día más terreno ante la actitud individualista generalizada.
Deberíamos de aprovechar toda la energía que acompaña a la parafernalia de los mitos del fin del mundo para provocar un final tajante al conjunto de creencias que nos mantienen insensibles ante el prójimo y nos impiden alcanzar niveles de conciencia más elevados. Debemos permitirnos reinventarnos en amor y armonía con todo el universo y así inducir de una vez por todas, el verdadero fin del mundo que conocemos.
Los Mayas no sólo profetizaron el fin de una era, también entendían y pregonaban el hecho de que todos estamos entrelazados y lo que le hacemos al otro, nos lo hacemos a nosotros mismos. In lakesh, era la palabra que usaban para referirse a “tú eres yo, yo soy tú.”
¿Por qué no difundir más esta idea que nos acerca como seres humanos?
¿Será que las catástrofes “venden” más y sirven para afirmar las actitudes individualistas en los seres humanos?
¿Cuántas catástrofes (profetizadas o no) nos deparan antes de poder darnos cuenta de que debemos corregir el rumbo como seres humanos y así provocar un futuro más alentador y favorable para todos?
El poeta William S. Merwin dijo: “todos estamos dormidos con brújulas en nuestras manos,”
¿Qué necesitamos para despertar?
Tú tienes la llave para abrir tu mente y empezar a provocar o absorber nuevas ideas que cuestionen a los paradigmas colectivos prevalecientes. Tú puedes tomar la decisión de seguir como hasta hoy, o bien, continuar el viaje por un camino nuevo.
In lakesh.
Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu/
Cambiando nuestro enfoque: develando lo invisible
Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos. Anónimo
Con el tiempo y sin pretenderlo hemos, como sociedad, desarrollado una predisposición a prestar más atención a los eventos negativos y ser menos observadores hacia hechos positivos. Basta con ver los noticieros o prestar atención a las primeras planas de los diarios. Hoy por hoy, como comunidad nos enfrentamos a una práctica generalizada de presentar los hechos y las noticias de modo que produzcan sensación, emoción o impresión en la audiencia. Esta práctica es posible gracias a la excesiva credulidad y al poco tiempo que en general la audiencia dedica a la reflexión.
Actualmente y sin mucho esfuerzo, podemos ser testigos de este abuso desmedido del sensacionalismo que ciertamente obedece más a un afán de lucro que a uno educativo por parte de las corporaciones.
A través de la mayoría de los medios de comunicación, nuestra mente sólo puede conocer acerca de las mejores y más completas recopilaciones de noticias policíacas, desastres y demás catástrofes que se avecinan sobre nosotros. Esta clara manipulación de la realidad y la frivolidad con la que cotidianamente se manejan los noticias afectan, queramos o no, a la vida de los seres humanos. La practica no intencionada e inconsciente de observar lo negativo, nos llega a dar cierta habilidad “natural” hacia ello y nos dificulta a veces notar los aspectos positivos a nuestro derredor.
Adicionalmente, debemos de ser conscientes de que lo igual atrae lo igual. Si acostumbramos saturar nuestra mente y vida personal con hechos negativos, es muy probable que estemos viviendo en una realidad rodeada con este tipo de experiencias. No es posible experimentar una vida llena de dicha, paz y plenitud, si vivimos convencidos (y todos los días permitimos que nos lo reiteren) de que el mundo a nuestro alrededor nos ofrece completamente lo opuesto.
En muchas ocasiones la prensa falsea la información, resalta el morbo, incentiva la violencia y banaliza la vida social con el simple objetivo de vender más periódicos o de aumentar los llamados “ratings.” En otras palabras, el objetivo es entretener y no tanto informar o educar. Infelizmente, esta práctica desencadena en nosotros una especie de necesidad de comentar y transmitir “las malas nuevas.” Por otro lado, la directriz de enaltecer lo negativo parece no ser exclusiva de las crónicas de la vida real. Esta pauta también ha alcanzado a los guiones de las telenovelas, películas y series de TV. Si no nos basta con las toxinas inducidas por la prensa, entonces podemos absorber más durante nuestros momentos de esparcimiento.
Sin embargo, el mudo real en el que vivimos dista mucho de ser así. Simplemente nos sucede que nos pasa desapercibido. Solemos enviar nuestra atención a lo que nuestra mente ha estado acostumbrada a percibir. En otras palabras, este mundo está lleno de buenos actos, pero a veces sólo tenemos ojos para los que son negativos.
El conductor que nos cede el paso en el tránsito, la persona que nos sostiene la puerta de acceso al centro comercial, el pasajero que nos cede su asiento en el autobús, aquel buen samaritano que nos avisa que dejamos caer algo sobre la acera, el desconocido que nos da «los buenos días» en la calle o el hombre que ayuda a un indigente son sólo algunos de los muchos ejemplos de buena voluntad y positivismo que todos los días inundan las calles de nuestro planeta. Probablemente estos y muchos otros eventos favorables pasan frente a nuestros ojos a diario y sin embargo pasan desapercibidos. Estos pequeños “gestos” valen mucho y es bueno y valioso empezar a prestarles la atención debida. Si ofrecemos cuidado y cobramos conciencia de ello, sin estas acciones nuestra vida sí que sería un verdadero infierno quizá parecido al que vemos en los noticieros.
Para este nuevo año 2013 que comienza, me parece que un buen propósito es el de empezar a poner más atención a lo positivo y comenzar a llenar y nutrir nuestra vida con aquello que realmente nos hace crecer como seres humanos.
Cualquier persona puede elegir una nueva forma de pensar y vivir aún y cuando no sea la forma prevaleciente en el patrón colectivo. El mejor lugar para empezar el cambio es con uno mismo. Proponte ser gentil con los demás y apreciar todo lo positivo que te rodea. Verás que la vida en retribución sólo tendrá gentileza para ti y más eventos positivos que puedas presenciar.
Quiero aprovechar también para agradecer las más de 5,000 visitas que he recibido en este primer año de existencia y en especial quiero agradecer a todos aquellos lectores que se han tomado el tiempo de dejar un comentario o un “like». Felicito también a los ganadores de las copias del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva” y espero sinceramente que disfruten su lectura.
Feliz 2013 para todos.
Recibe una copia gratis de «Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva»
«Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría» Proverbio Árabe
CreaAbundancia.com y FP Ramírez España te regalan una copia electrónica del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva.” Ganar una de las 5 copias disponibles es muy fácil:
Simplemente ingresa a www.Creaabundancia.com y lee los posts que más te interesen. Si eres de las primeras personas que dejan un “me gusta” (like) o un comentario del 20 al 31 de Diciembre de 2012 ganarás una copia electrónica gratuita.
No olvides dejar un e-mail para poder recibir la copia.
«La inspiración que buscas se encuentra en ti. Permanece en calma y escucha» Rumi
Reconéctate con tu yo superior (cuarta parte)
Los 10 hábitos de la Gente Altamente Atractiva aplicados para reconectarte con tu “yo superior.”
«Vive de tu imaginación, no de tu pasado.» Stephen R. Covey
Hábito 4: Visualiza
Cómo ya he mencionado en artículos anteriores, cada persona sobre la tierra, es en verdad una expresión espiritual vinculada de manera natural y armónica con las fuerzas creativas del universo y con todo lo que existe. Esta expresión habita en el interior de cada uno de nosotros. Reconocerla y reconectar con ella para así invitarla a formar parte activa de nuestra vida nos ayudaría a recordar quienes somos realmente, y a sacar el máximo provecho de nuestra experiencia física.
No obstante, es importante reconocer que independientemente de lo anterior, cada uno de nosotros tenemos una percepción o definición sesgada y hasta artificial de ella. En otras palabras, solemos definir y entender nuestra expresión espiritual basados en dogmas o creencias que nos fueron de una u otra manera inculcados desde temprana edad.
Independientemente de lo que hayamos aprendido o nos haya sido enseñado, es importante considerar que la fuerza “invisible” que reside en nuestro interior es alcanzable y podemos abrir la puerta para establecer una conexión efectiva con ella. Aunque esto en principio pueda sonar a fantasía, en realidad es posible vivir la experiencia física apoyándonos en nuestra guía espiritual.
De ella recibimos ayuda de manera incondicional y nunca emitirá juicio alguno en nuestra contra. Un buen comienzo en esta tarea de reconexión, es imaginar que ésta sucede. Pensar y sentir que nos comunicamos de manera directa con ella es un buen ejercicio para establecer la comunicación con nuestro yo verdadero. Mientras lo haces, procura sentir y experimentar la paz, alegría, confianza y bienestar que te provoca saber que estas siendo ayudado y guiado por una fuerza todopoderosa.
Imaginar esta reconexión y experimentar el sentimiento que nos provoca esta situación es un buen ejercicio para poner en práctica y facilitar la reconexión con nuestro yo superior. Inténtalo durante tus sesiones de meditación. Estate atento a los mensajes y señales que empieces a recibir. Este es un ejercicio personal, abre tu mente y escucha a tu corazón.