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El observador: amo o esclavo
«El hombre no posee muy desarrollada la capacidad de pensar, y hasta el más espirirual y cultivado, mira al mundo y a sí propio siempre a través del lente de fórmulas muy ingenuas, simplificadoras y engañosas»
El lobo estepario, Herman Hesse
Yo soy el observador. Y sin embargo, soy alguien que no mira la realidad porque se auto-engaña transformando todo lo que ve en una interpretación acomodada producto de los años de condicionamiento sistemático. Siempre al observar, inevitable e inconscientemente juzgo y opino acerca de todo lo que se devela ante mí. Si en verdad observase, me daría cuenta que cuando lo hago, no veo la realidad como es, sino que interpreto al mundo a través de los condicionamientos que me ha establecido mi nacionalidad, mi religión, mi género, mi educación, mi clase social y todo cuanto paradigma se me haya pegado por el camino. Cuando escucho a alguien, en realidad no le comprendo cabalmente porque filtro sus palabras con el cedazo de mis prejuicios y transformo sus ideas a conceptos que yo quiero entender y aceptar. Asimismo, cuando hablo, lo hago desde la esquina de mis limitaciones, mis ideales, mis complejos y anhelos y todo aquello que yo acepte como mi verdad.
Ese soy yo: el observador. La ira, el miedo, el odio, el despecho, el orgullo, la avaricia, la codicia y el deseo que experimento no es nada separado de mí sino por el contrario, son yo mismo porque estas emociones emergen en el preciso instante que presto atención y cobro conciencia de lo que observo. No puedo mirar a nada sin que emerga una opinión o un juicio al respecto que nace inexorablemente de mi experiencia pasada. Como aclaración, esto no aplica al mirar un árbol, un edificio o a las estrellas, esos son elementos directos de observación. A lo que me refiero abraza al campo de la psiquis, al mundo de las emociones, un proceso imperceptible y habitual que nos ahoga como sociedad. Por ejemplo, cuando veo a una persona de cierta religión, no veo a la persona si no que veo a un musulmán, a un judío, a un católico, a un latino, un negro, etc. Mi mente asocia de inmediato una serie de características y creencias que tengo acerca de dichos grupos y la persona desaparece súbitamente y en su lugar aparece miedo, odio, ansiedad, ira, etc. Estas emociones nacen del mismo proceso de pensar y se forman desde el pasado, de todo aquello que he acumulado en forma de paradigmas y que están arraigados en lo profundo de mi mente. Esas sensaciones en realidad no son ajenas a mí, son yo mismo ya son parte intrínseca del mismo proceso de pensar y de interpretar a través de la información conocida y almacenada en el cerebro. Cobran vida en mí y por lo tanto son yo mismo.
¿Es posible entonces observar sin juzgar, sin emitir opinión o crítica alguna? Posible sí, fácil quizá no. Sin embargo, el primer paso para lograrlo es darse cuenta de lo que acontece en la mente de instante a instante y aceptar lo que es sin intentar modificarlo, juzgarlo, rechazarlo o justificarlo.
Si queremos entendernos como sociedad, debemos de hacer a un lado todos los prejuicios y procurar alcanzar un nivel de conciencia más elevado y el primer paso está en empezar a entendernos como individuos. Así que hagámosle un favor a la humanidad y a nosotros mismos y en lugar de buscar verdades “allá afuera” para justificar nuestras propias limitaciones, ideas o complejos, busquemos la verdad donde realmente reside: dentro de cada uno de nosotros. Hagamos el papel de víctima a un lado y dejemos de ser esclavos de los dogmas, los estereotipos sociales, la política embustera y en general de las verdades ajenas que no son otra cosa que simples copias de mentiras repetidas de generación en generación. Ojala que el camino de la liberación comience a surgir entre nosotros para detener la ignorancia que alimenta la masacre y la intolerancia entre hermanos porque simplemente lo que observamos no lo podemos interpretar ni aceptar limpiamente como lo que es y nos empeñamos en querer transformarlo en lo que consideraríamos debiese ser. Dejemos pues de mirar a través del vidrio que opacaron los años de condicionamiento y atrevámonos a abrir nuevas ventanas. Bienaventurados los zahantis que día a día se encaminan en un camino de autodescubrimiento y que los acerca al umbral que los llevará a un lugar plagado de maravillas y abundancia infinitas. Son un ejemplo a seguir.
Foto cortesía de www.es.freeimages.com
La magia en una sonrisa
«Tú no pudiste elegir la cara que tienes, pero sí la que pones.» FP Ramírez España
El idioma en una sonrisa es universal. Su significado no es ambiguo y su poder es infinito. La sonrisa es tan poderosa que el simple hecho de “dibujarla” en nuestro rostro le indica al cerebro que nuestro estado de ánimo es positivo y alegre (aunque no sea así). Esta es una simple receta que hechiza nuestra mente y que comienza a influenciarla positivamente.
La próxima vez que te sientas triste o decaído, intenta sonreír y sencillamente deja que la “magia” ocurra. La sola decisión de hacerlo, es el primer paso para comenzar a sentirte mejor. Auque existen estudios que confirman la teoría anterior, no es imprescindible que los conozcas para poder activarla con éxito. Compruébalo tú mismo. Sonreír no te cuesta nada y es contagioso. Es prácticamente imposible que una sonrisa sincera reciba en respuesta una muestra de desaprobación o de enojo.
Cuándo sonreímos, no solamente subimos la carga de energía positiva en nosotros mismos, sino que además la transmitimos a los demás y entonces, nos rebota de regreso. Creamos un ciclo continuo de vibración positiva a nuestro alrededor. Empezar a sonreír depende de decidirse a hacerlo. Así que si no estas dibujando una sonrisa en tu rostro en este momento es simplemente porque has decidido no hacerlo.
No obstante lo anterior, la norma general que impera en la sociedad contemporánea se refleja a través de rostros serios e inexpresivos. El paradigma social nos ha condicionado a creer que ser felices no es “noble” y desde que somos pequeños se nos inculca que el sufrimiento es parte integral (y natural) de la vida. Adicionalmente, la retórica social contemporánea nos invita a aceptar al dinero, la belleza, la aceptación y otros apegos como elementos indispensables para ser felices. Nuestra mente se confunde y no logra evitar sentir frustración por no poder conseguir todo aquello que le han hecho creer que es imprescindible para alcanzar la felicidad. En consecuencia, nuestro rostro refleja el estado de ánimo que experimentamos.
Recuerda que está en ti romper con la creencia o el esquema mental que te mantiene repitiendo patrones añejos. Elige sonreír por encima de cualquier experiencia que estés cruzando. Sonreír es gratis, es social y legalmente aceptado y es el tipo de gesto que hace y comunica “magia.”
Entre sonreír y no hacerlo se encuentra simplemente una decisión… y es solamente tuya.
Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu/
¿21 de Diciembre… esperar el nuevo fin del mundo o provocar el comienzo de uno nuevo?
“Toda historia tiene un gran final pero en la vida un final es el comienzo de algo nuevo.” Anónimo
El pasado 21 de Diciembre no pudo pasarnos inadvertido. Quizá algunos respiraron con alivio al percatarse de que la antigua y apocalíptica profecía Maya no se había consumado. Muchos otros, tal vez no le prestaron demasiada importancia, pero es innegable que logró robar su atención. Aunque ahora muchos están tratando de justificar las fallas predictivas y otros tantos están tratando de fechar el nuevo final. Lo cierto es que el fin del mundo ha sido ya tan vaticinado que cada día pierde más credibilidad. Nada es lo que aparenta y en este mundo tan influenciable, queda en evidencia que se le puede sacar provecho a prácticamente cualquier cosa. Por lo pronto, seguimos siendo testigos o víctimas de la propaganda, la falta de profundidad de nuestras reflexiones y en general del folklore y del frenesí que pueden aflorar en a la sociedad.
Durante décadas, si no siglos, hemos escuchado de manera reiterada este tipo de presagios y visiones de algunos profetas cómo Nostradamus, Santa Lucía o los Mayas. Sin embargo, resulta evidente que estas premoniciones quedan sujetas a demasiada subjetividad por parte de los futuristas y gurús que tratan de interpretarlas. Hoy por hoy, estas versiones acerca de los posibles mañanas que deparan a la humanidad, parece que cogen mayor validez y fuerza en la medida en que su explotación y sensacionalismo puedan ser utilizados con fines lucrativos.
¿Cuál será la siguiente profecía que será develada, y cuál será el impacto que pueda ocasionar (o se espera ocasione) en nuestras mentes? Eso, sólo el tiempo lo podrá responder.
Independientemente de que la humanidad pueda ser víctima de una catástrofe y de que algunas personas puedan efectivamente tener el don de la profecía, me parece más loable que en lugar de preocuparnos por la siguiente fecha del “armagedón cósmico” (y que ahora sí sea “la buena”), mejor nos ocupemos por intentar provocar una “hecatombe interior” que nos ayude a deshacernos de los patrones y paradigmas que nos mantienen estancados como humanidad y los reemplacemos por ideas más frescas que nos permitan crecer como individuos y ser cada día mejores.
En realidad, si lo pensamos bien, resulta igualmente triste despertar en un mundo que no está dispuesto a cambiar y que decide mantener y defender sus actitudes negativas, egoístas y engreídas, que no hacerlo del todo, por que el mundo llegó a su fin.
En lugar de atemorizarnos o mostrarnos indiferentes ante un posible final catastrófico, debería de estremecernos más el hecho de vivir en una sociedad que mantiene al dinero en un pedestal y que no es capaz de entender que cuando no haya nada más, este de poco o nada va a servirnos. A la sociedad contemporánea le cuesta trabajo apreciar el valor de la familia, de la amistad, de la honestidad y de la hermandad, simplemente porque resulta difícil asociarles un equivalente monetario. Por otro lado, la tolerancia y el respeto ceden cada día más terreno ante la actitud individualista generalizada.
Deberíamos de aprovechar toda la energía que acompaña a la parafernalia de los mitos del fin del mundo para provocar un final tajante al conjunto de creencias que nos mantienen insensibles ante el prójimo y nos impiden alcanzar niveles de conciencia más elevados. Debemos permitirnos reinventarnos en amor y armonía con todo el universo y así inducir de una vez por todas, el verdadero fin del mundo que conocemos.
Los Mayas no sólo profetizaron el fin de una era, también entendían y pregonaban el hecho de que todos estamos entrelazados y lo que le hacemos al otro, nos lo hacemos a nosotros mismos. In lakesh, era la palabra que usaban para referirse a “tú eres yo, yo soy tú.”
¿Por qué no difundir más esta idea que nos acerca como seres humanos?
¿Será que las catástrofes “venden” más y sirven para afirmar las actitudes individualistas en los seres humanos?
¿Cuántas catástrofes (profetizadas o no) nos deparan antes de poder darnos cuenta de que debemos corregir el rumbo como seres humanos y así provocar un futuro más alentador y favorable para todos?
El poeta William S. Merwin dijo: “todos estamos dormidos con brújulas en nuestras manos,”
¿Qué necesitamos para despertar?
Tú tienes la llave para abrir tu mente y empezar a provocar o absorber nuevas ideas que cuestionen a los paradigmas colectivos prevalecientes. Tú puedes tomar la decisión de seguir como hasta hoy, o bien, continuar el viaje por un camino nuevo.
In lakesh.
Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu/
Cambiando nuestro enfoque: develando lo invisible
Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos. Anónimo
Con el tiempo y sin pretenderlo hemos, como sociedad, desarrollado una predisposición a prestar más atención a los eventos negativos y ser menos observadores hacia hechos positivos. Basta con ver los noticieros o prestar atención a las primeras planas de los diarios. Hoy por hoy, como comunidad nos enfrentamos a una práctica generalizada de presentar los hechos y las noticias de modo que produzcan sensación, emoción o impresión en la audiencia. Esta práctica es posible gracias a la excesiva credulidad y al poco tiempo que en general la audiencia dedica a la reflexión.
Actualmente y sin mucho esfuerzo, podemos ser testigos de este abuso desmedido del sensacionalismo que ciertamente obedece más a un afán de lucro que a uno educativo por parte de las corporaciones.
A través de la mayoría de los medios de comunicación, nuestra mente sólo puede conocer acerca de las mejores y más completas recopilaciones de noticias policíacas, desastres y demás catástrofes que se avecinan sobre nosotros. Esta clara manipulación de la realidad y la frivolidad con la que cotidianamente se manejan los noticias afectan, queramos o no, a la vida de los seres humanos. La practica no intencionada e inconsciente de observar lo negativo, nos llega a dar cierta habilidad “natural” hacia ello y nos dificulta a veces notar los aspectos positivos a nuestro derredor.
Adicionalmente, debemos de ser conscientes de que lo igual atrae lo igual. Si acostumbramos saturar nuestra mente y vida personal con hechos negativos, es muy probable que estemos viviendo en una realidad rodeada con este tipo de experiencias. No es posible experimentar una vida llena de dicha, paz y plenitud, si vivimos convencidos (y todos los días permitimos que nos lo reiteren) de que el mundo a nuestro alrededor nos ofrece completamente lo opuesto.
En muchas ocasiones la prensa falsea la información, resalta el morbo, incentiva la violencia y banaliza la vida social con el simple objetivo de vender más periódicos o de aumentar los llamados “ratings.” En otras palabras, el objetivo es entretener y no tanto informar o educar. Infelizmente, esta práctica desencadena en nosotros una especie de necesidad de comentar y transmitir “las malas nuevas.” Por otro lado, la directriz de enaltecer lo negativo parece no ser exclusiva de las crónicas de la vida real. Esta pauta también ha alcanzado a los guiones de las telenovelas, películas y series de TV. Si no nos basta con las toxinas inducidas por la prensa, entonces podemos absorber más durante nuestros momentos de esparcimiento.
Sin embargo, el mudo real en el que vivimos dista mucho de ser así. Simplemente nos sucede que nos pasa desapercibido. Solemos enviar nuestra atención a lo que nuestra mente ha estado acostumbrada a percibir. En otras palabras, este mundo está lleno de buenos actos, pero a veces sólo tenemos ojos para los que son negativos.
El conductor que nos cede el paso en el tránsito, la persona que nos sostiene la puerta de acceso al centro comercial, el pasajero que nos cede su asiento en el autobús, aquel buen samaritano que nos avisa que dejamos caer algo sobre la acera, el desconocido que nos da «los buenos días» en la calle o el hombre que ayuda a un indigente son sólo algunos de los muchos ejemplos de buena voluntad y positivismo que todos los días inundan las calles de nuestro planeta. Probablemente estos y muchos otros eventos favorables pasan frente a nuestros ojos a diario y sin embargo pasan desapercibidos. Estos pequeños “gestos” valen mucho y es bueno y valioso empezar a prestarles la atención debida. Si ofrecemos cuidado y cobramos conciencia de ello, sin estas acciones nuestra vida sí que sería un verdadero infierno quizá parecido al que vemos en los noticieros.
Para este nuevo año 2013 que comienza, me parece que un buen propósito es el de empezar a poner más atención a lo positivo y comenzar a llenar y nutrir nuestra vida con aquello que realmente nos hace crecer como seres humanos.
Cualquier persona puede elegir una nueva forma de pensar y vivir aún y cuando no sea la forma prevaleciente en el patrón colectivo. El mejor lugar para empezar el cambio es con uno mismo. Proponte ser gentil con los demás y apreciar todo lo positivo que te rodea. Verás que la vida en retribución sólo tendrá gentileza para ti y más eventos positivos que puedas presenciar.
Quiero aprovechar también para agradecer las más de 5,000 visitas que he recibido en este primer año de existencia y en especial quiero agradecer a todos aquellos lectores que se han tomado el tiempo de dejar un comentario o un “like». Felicito también a los ganadores de las copias del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva” y espero sinceramente que disfruten su lectura.
Feliz 2013 para todos.
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«Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría» Proverbio Árabe
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«La inspiración que buscas se encuentra en ti. Permanece en calma y escucha» Rumi
Reconéctate con tu yo superior (cuarta parte)
Los 10 hábitos de la Gente Altamente Atractiva aplicados para reconectarte con tu “yo superior.”
«Vive de tu imaginación, no de tu pasado.» Stephen R. Covey
Hábito 4: Visualiza
Cómo ya he mencionado en artículos anteriores, cada persona sobre la tierra, es en verdad una expresión espiritual vinculada de manera natural y armónica con las fuerzas creativas del universo y con todo lo que existe. Esta expresión habita en el interior de cada uno de nosotros. Reconocerla y reconectar con ella para así invitarla a formar parte activa de nuestra vida nos ayudaría a recordar quienes somos realmente, y a sacar el máximo provecho de nuestra experiencia física.
No obstante, es importante reconocer que independientemente de lo anterior, cada uno de nosotros tenemos una percepción o definición sesgada y hasta artificial de ella. En otras palabras, solemos definir y entender nuestra expresión espiritual basados en dogmas o creencias que nos fueron de una u otra manera inculcados desde temprana edad.
Independientemente de lo que hayamos aprendido o nos haya sido enseñado, es importante considerar que la fuerza “invisible” que reside en nuestro interior es alcanzable y podemos abrir la puerta para establecer una conexión efectiva con ella. Aunque esto en principio pueda sonar a fantasía, en realidad es posible vivir la experiencia física apoyándonos en nuestra guía espiritual.
De ella recibimos ayuda de manera incondicional y nunca emitirá juicio alguno en nuestra contra. Un buen comienzo en esta tarea de reconexión, es imaginar que ésta sucede. Pensar y sentir que nos comunicamos de manera directa con ella es un buen ejercicio para establecer la comunicación con nuestro yo verdadero. Mientras lo haces, procura sentir y experimentar la paz, alegría, confianza y bienestar que te provoca saber que estas siendo ayudado y guiado por una fuerza todopoderosa.
Imaginar esta reconexión y experimentar el sentimiento que nos provoca esta situación es un buen ejercicio para poner en práctica y facilitar la reconexión con nuestro yo superior. Inténtalo durante tus sesiones de meditación. Estate atento a los mensajes y señales que empieces a recibir. Este es un ejercicio personal, abre tu mente y escucha a tu corazón.
Fotografía cortesía de: http://www.sxc.hu/
Reconéctate con tu yo superior (tercera parte)
Los 10 hábitos de la Gente Altamente Atractiva aplicados para reconectarte con tu “yo superior.”
La creencia no es el principio, sino el fin de todo conocimiento.
Johann W. Goethe
Hábito 3: Revisa tu patrón de creencias conflictivas o incongruentes
Desde que somos niños se nos inculcan muchas conductas e ideas. Se nos enseña acerca de lo que está bien y de lo que está mal, acerca de lo que es moral e inmoral e inclusive se nos enseña qué tipo de actitudes y comportamientos debemos de mostrar ante ciertas situaciones. Este aprendizaje nos acompaña de manera inconsciente durante toda la vida. Esta programación mental estará allí para “regresarnos a la caja” y mantenernos atrapados dentro de los límites que nosotros mismos nos hayamos impuesto.
En lo que se refiere a la espiritualidad y nuestra relación con el Creador, no es la excepción. Desde que nacemos, los seres humanos somos educados en <<La palabra>> de Dios. Ya sea si crecimos católicos, protestantes, judíos, musulmanes, o de cualquier otra religión recibimos y aprendemos de nuestras familias y de la casa religiosa correspondiente, la verdad sobre Dios y sus misterios. Cada doctrina tiene sus fundamentos, sus rituales y sus tradiciones. Sin embargo, aunque a primera vista pareciera que existen diferencias entre cada una de ellas, en el fondo se tratan de modelos de pensamiento similares.
La palabra religión, proviene del latín “religare” que significa re-conectar e implicaría algo así como el medio por el cual establecemos una reconexión con el origen o con la fuente. En otras palabras, el objetivo de la religión es indicarnos y definirnos cuál es nuestra relación con Dios.
Independientemente de cual sea nuestro caso, invariablemente las doctrinas religiosas nos enseñan una serie de proposiciones que se ostentan como ciertas e innegables y se nos solicita que las adoptemos. En otras palabras, debemos de creer en un principio o idea, que no admite réplica y cuya veracidad no está sujeta a prueba. En el fondo, esta doctrina no tendría nada de correcto ni tampoco de incorrecto, es simplemente una idea o propuesta como cualquier otra. El problema nace en nosotros mismos al momento de imponernos paradigmas que nos son imposibles de debatir. Es decir, aceptamos un esquema mental que también nos solicita pasividad racional e intelectual. En el caso de la religión y de nuestra relación con Dios, se nos enseña a adoptar una postura única, cerrada, petrificada, invariable e imposible de cuestionar.
Debemos de reflexionar y de estar atentos para reconocer que ciertas posturas nos encierran en nosotros mismos y nos evitan que abramos la mente y la puerta a aceptar otros puntos de vista. Una postura rígida nos limita para poder desarrollar una concepción más elevada del mundo y tener un pensamiento más libre.
Los comentarios y sugerencias de las páginas 36, 37, 38 y 39 del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva” te pueden servir de guía para reconocer y es su caso erradicar aquellas creencias que limitan tu potencial.
Creer en algo es válido y muy respetable. Sin embargo, hay que estar atento cuando estas creencias limiten nuestra capacidad natural de reconocer y de reconectarnos con nuestro ser superior. Estar atrapado en la rigidez de una ideología, puede cerrarte la puerta a la oportunidad de encontrar niveles de consciencia más elevados y alejarte del camino que te lleva a entenderte mejor a ti mismo y a tu verdadera relación con Dios. Ahora bien, cuándo tenemos la expectativa de que podemos establecer una reconexión con nuestro Ser Superior, entonces esta creencia actuará a favor nuestro y nos dará fuerza para que la comunicación se establezca y mejore día con día.