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El observador: amo o esclavo


ojo«El hombre no posee muy desarrollada la capacidad de pensar, y hasta el más espirirual y cultivado, mira al mundo y a sí propio siempre a través del lente de fórmulas muy ingenuas, simplificadoras y engañosas»

El lobo estepario, Herman Hesse

 

Yo soy el observador. Y sin embargo, soy alguien que no mira la realidad porque se auto-engaña transformando todo lo que ve en una interpretación acomodada producto de los años de condicionamiento sistemático. Siempre al observar, inevitable e inconscientemente juzgo y opino acerca de todo lo que se devela ante mí. Si en verdad observase, me daría cuenta que cuando lo hago, no veo la realidad como es, sino que interpreto al mundo a través de los condicionamientos que me ha establecido mi nacionalidad, mi religión, mi género, mi educación, mi clase social y todo cuanto paradigma se me haya pegado por el camino. Cuando escucho a alguien, en realidad no le comprendo cabalmente porque filtro sus palabras con el cedazo de mis prejuicios y transformo sus ideas a conceptos que yo quiero entender y aceptar. Asimismo, cuando hablo, lo hago desde la esquina de mis limitaciones, mis ideales, mis complejos y anhelos y todo aquello que yo acepte como mi verdad.

Ese soy yo: el observador. La ira, el miedo, el odio, el despecho, el orgullo, la avaricia, la codicia y el deseo que experimento no es nada separado de mí sino por el contrario, son yo mismo porque estas emociones emergen en el preciso instante que presto atención y cobro conciencia de lo que observo. No puedo mirar a nada sin que emerga una opinión o un juicio al respecto que nace inexorablemente de mi experiencia pasada. Como aclaración, esto no aplica al mirar un árbol, un edificio o a las estrellas, esos son elementos directos de observación. A lo que me refiero abraza al campo de la psiquis, al mundo de las emociones, un proceso imperceptible y habitual que nos ahoga como sociedad. Por ejemplo, cuando veo a una persona de cierta religión,  no veo a la persona si no que veo a un musulmán, a un judío, a un católico, a un latino, un negro, etc. Mi mente asocia de inmediato una serie de características y creencias que tengo acerca de dichos grupos y la persona desaparece súbitamente y en su lugar aparece miedo, odio, ansiedad, ira, etc. Estas emociones nacen del mismo proceso de pensar y se forman desde el pasado, de todo aquello que he acumulado en forma de paradigmas y que están arraigados en lo profundo de mi mente. Esas sensaciones en realidad no son ajenas a mí, son yo mismo ya son parte intrínseca del mismo proceso de pensar y de interpretar a través de la información conocida y almacenada en el cerebro. Cobran vida en mí y por lo tanto son yo mismo.

¿Es posible entonces observar sin juzgar, sin emitir opinión o crítica alguna? Posible sí, fácil quizá no. Sin embargo, el primer paso para lograrlo es darse cuenta de lo que acontece en la mente de instante a instante y aceptar lo que es sin intentar modificarlo, juzgarlo, rechazarlo o justificarlo.

Si queremos entendernos como sociedad, debemos de hacer a un lado todos los prejuicios y procurar alcanzar un nivel de conciencia más elevado y el primer paso está en empezar a entendernos como individuos. Así que hagámosle un favor a la humanidad y a nosotros mismos y en lugar de buscar verdades “allá afuera” para justificar nuestras propias limitaciones, ideas o complejos, busquemos la verdad donde realmente reside: dentro de cada uno de nosotros. Hagamos el papel de víctima a un lado y dejemos de ser esclavos de los dogmas, los estereotipos sociales, la política embustera y en general de las verdades ajenas que no son otra cosa que simples copias de mentiras repetidas de generación en generación. Ojala que el camino de la liberación comience a surgir entre nosotros para detener la ignorancia que alimenta la masacre y la intolerancia entre hermanos porque simplemente lo que observamos no lo podemos interpretar ni aceptar limpiamente como lo que es y nos empeñamos en querer transformarlo en lo que consideraríamos debiese ser. Dejemos pues de mirar a través del vidrio que opacaron los años de condicionamiento y atrevámonos a abrir nuevas ventanas. Bienaventurados los zahantis que día a día se encaminan en un camino de autodescubrimiento y que los acerca al umbral que los llevará a un lugar plagado de maravillas y abundancia infinitas. Son un ejemplo a seguir.

Foto cortesía de www.es.freeimages.com

¿21 de Diciembre… esperar el nuevo fin del mundo o provocar el comienzo de uno nuevo?


fin del mundo

“Toda historia tiene un gran final pero en la vida un final es el comienzo de algo nuevo.” Anónimo

El pasado 21 de Diciembre no pudo pasarnos inadvertido. Quizá algunos respiraron con alivio al percatarse de que la antigua y apocalíptica profecía Maya no se había consumado. Muchos otros, tal vez no le prestaron demasiada importancia, pero es innegable que logró robar su atención. Aunque ahora muchos están tratando de justificar las fallas predictivas y otros tantos están tratando de fechar el nuevo final.  Lo cierto es que el fin del mundo ha sido ya tan vaticinado que cada día pierde más credibilidad. Nada es lo que aparenta y en este mundo tan influenciable, queda en evidencia que se le puede sacar provecho a prácticamente cualquier cosa. Por lo pronto, seguimos siendo testigos o víctimas de la propaganda, la falta de profundidad de nuestras reflexiones y en general del folklore y del frenesí que pueden aflorar en a la sociedad.

Durante décadas, si no siglos, hemos escuchado de manera reiterada este tipo de presagios y visiones de algunos profetas cómo Nostradamus, Santa Lucía o los Mayas. Sin embargo, resulta evidente que estas premoniciones quedan sujetas a demasiada subjetividad por parte de los futuristas y gurús que tratan de interpretarlas. Hoy por hoy, estas versiones acerca de los posibles mañanas que deparan a la humanidad, parece que cogen mayor validez y fuerza en la medida en que su explotación y sensacionalismo puedan ser utilizados con fines lucrativos.

¿Cuál será la siguiente profecía que será develada, y cuál será el impacto que pueda ocasionar (o se espera ocasione) en nuestras mentes?  Eso, sólo el tiempo lo podrá responder.

Independientemente de que la humanidad pueda ser víctima de una catástrofe y de que algunas personas puedan efectivamente tener el don de la profecía, me parece más loable que en lugar de preocuparnos por la siguiente fecha del “armagedón cósmico” (y que ahora sí sea “la buena”),  mejor nos ocupemos por intentar provocar una “hecatombe interior” que nos ayude a deshacernos de los patrones y paradigmas que nos mantienen estancados como humanidad y los reemplacemos por ideas más frescas que nos permitan crecer como individuos y ser cada día mejores.

En realidad, si lo pensamos bien, resulta igualmente triste despertar en un mundo que no está dispuesto a cambiar y que decide mantener y defender sus actitudes negativas, egoístas y engreídas, que no hacerlo del todo, por que el mundo llegó a su fin.

En lugar de atemorizarnos o mostrarnos indiferentes ante un posible final catastrófico, debería de estremecernos más el hecho de vivir en una sociedad que mantiene al dinero en un pedestal y que no es capaz de entender que cuando no haya nada más, este de poco o nada va a servirnos. A la sociedad contemporánea le cuesta trabajo apreciar el valor de la familia, de la amistad, de la honestidad y de la hermandad, simplemente porque resulta difícil asociarles un equivalente monetario. Por otro lado, la tolerancia y el respeto ceden cada día más terreno ante la actitud individualista generalizada.

Deberíamos de aprovechar toda la energía que acompaña a la parafernalia de los mitos del fin del mundo para provocar un final tajante al conjunto de creencias que nos mantienen insensibles ante el prójimo y nos impiden alcanzar niveles de conciencia más elevados. Debemos permitirnos reinventarnos en amor y armonía con todo el universo y así inducir de una vez por todas, el verdadero fin del mundo que conocemos.

Los Mayas no sólo profetizaron el fin de una era, también entendían y pregonaban  el hecho de que todos estamos entrelazados y lo que le hacemos al otro, nos lo hacemos a nosotros mismos. In lakesh, era la palabra que usaban para referirse a “tú eres yo, yo soy tú.”

¿Por qué no difundir más esta idea que nos acerca como seres humanos?

¿Será que las catástrofes “venden” más y sirven para afirmar las actitudes individualistas en los seres humanos?

¿Cuántas catástrofes (profetizadas o no) nos deparan antes de poder darnos cuenta de que debemos corregir el rumbo como seres humanos y así provocar un futuro más alentador y favorable para todos?

El poeta William S. Merwin dijo: “todos estamos dormidos con brújulas en nuestras manos,”

¿Qué necesitamos para despertar?

Tú tienes la llave para abrir tu mente y empezar a provocar o absorber nuevas ideas que cuestionen a los paradigmas colectivos prevalecientes. Tú puedes tomar la decisión de seguir como hasta hoy, o bien, continuar el viaje por un camino nuevo.

In lakesh.

Fotografía cortesía de http://www.sxc.hu/

Cambiando nuestro enfoque: develando lo invisible


help and care

Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos. Anónimo

Con el tiempo y sin pretenderlo hemos, como sociedad, desarrollado una predisposición a prestar más atención a los eventos negativos y ser menos observadores hacia hechos positivos. Basta con ver los noticieros o prestar atención a las primeras planas de los diarios. Hoy por hoy, como comunidad nos enfrentamos a una práctica generalizada de presentar los hechos y las noticias de modo que produzcan sensación, emoción o impresión en la audiencia. Esta práctica es posible gracias a la excesiva credulidad y al poco tiempo que en general la audiencia dedica a la reflexión.

Actualmente y sin mucho esfuerzo, podemos ser testigos de este abuso desmedido del sensacionalismo que ciertamente obedece más a un afán de lucro que a uno educativo por parte de las corporaciones.

A través de la mayoría de los medios de comunicación, nuestra mente sólo puede conocer acerca de las mejores y más completas recopilaciones de noticias policíacas, desastres y demás catástrofes que se avecinan sobre nosotros. Esta clara manipulación de la realidad y la frivolidad con la que cotidianamente se manejan los noticias afectan, queramos o no, a la vida de los seres humanos. La practica no intencionada e inconsciente de observar lo negativo, nos llega a dar cierta habilidad “natural” hacia ello y nos dificulta a veces notar los aspectos positivos a nuestro derredor.

Adicionalmente, debemos de ser conscientes de que lo igual atrae lo igual. Si acostumbramos saturar nuestra mente y vida personal con hechos negativos, es muy probable que estemos viviendo en una realidad rodeada con este tipo de experiencias. No es posible experimentar una vida llena de dicha, paz y plenitud, si vivimos convencidos (y todos los días permitimos que nos lo reiteren) de que el mundo a nuestro alrededor nos ofrece completamente lo opuesto.

En muchas ocasiones la prensa falsea la información, resalta el morbo, incentiva la violencia y banaliza la vida social con el simple objetivo de vender más periódicos o de aumentar los llamados “ratings.” En otras palabras, el objetivo es entretener y no tanto informar o educar. Infelizmente, esta práctica desencadena en nosotros una especie de necesidad de comentar y transmitir “las malas nuevas.” Por otro lado, la directriz de enaltecer lo negativo parece no ser exclusiva de las crónicas de la vida real. Esta pauta también ha alcanzado a los guiones de las telenovelas, películas y series de TV. Si no nos basta con las toxinas inducidas por la prensa, entonces podemos absorber más durante nuestros momentos de esparcimiento.

Sin embargo, el mudo real en el que vivimos dista mucho de ser así. Simplemente nos sucede que nos pasa desapercibido. Solemos enviar nuestra atención a lo que nuestra mente ha estado acostumbrada a percibir. En otras palabras, este mundo está lleno de buenos actos, pero a veces sólo tenemos ojos para los que son negativos.

El conductor que nos cede el paso en el tránsito, la persona que nos sostiene la puerta de acceso al centro comercial, el pasajero que nos cede su asiento en el autobús, aquel buen samaritano que nos avisa que dejamos caer algo sobre la acera, el desconocido que nos da «los buenos días» en la calle o el hombre que ayuda a un indigente son sólo algunos de los muchos ejemplos de buena voluntad y positivismo que todos los días inundan las calles de nuestro planeta. Probablemente estos y muchos otros eventos favorables pasan frente a nuestros ojos a diario y sin embargo pasan desapercibidos. Estos pequeños “gestos” valen mucho y es bueno y valioso empezar a prestarles la atención debida. Si ofrecemos cuidado y cobramos conciencia de ello, sin estas acciones  nuestra vida sí que sería un verdadero infierno quizá parecido al que vemos en los noticieros.

Para este nuevo año 2013 que comienza, me parece que un buen propósito es el de empezar a poner más atención a lo positivo y comenzar a llenar y nutrir nuestra vida con aquello que realmente nos hace crecer como seres humanos.

Cualquier persona puede elegir una nueva forma de pensar y vivir aún y cuando no sea la forma prevaleciente en el patrón colectivo. El mejor lugar para empezar el cambio es con uno mismo. Proponte ser gentil con los demás y apreciar todo lo positivo que te rodea. Verás que la vida en retribución sólo tendrá gentileza para ti y más eventos positivos que puedas presenciar.

Quiero aprovechar también para agradecer las más de 5,000 visitas que he recibido en este primer año de existencia y en especial quiero agradecer a todos aquellos lectores que se han tomado el tiempo de dejar un comentario o un “like». Felicito también a los ganadores de las copias del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva” y espero sinceramente que disfruten su lectura.

Feliz 2013 para todos. 

Recibe una copia gratis de «Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva»


Los 10H de Regalo

«Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría» Proverbio Árabe

CreaAbundancia.com y FP Ramírez España te regalan una copia electrónica del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva.” Ganar una de las 5 copias disponibles es muy fácil:

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No olvides dejar un e-mail para poder recibir la copia.

«La inspiración que buscas se encuentra en ti. Permanece en calma y escucha»  Rumi

Reconéctate con tu yo superior (cuarta parte)


Los 10 hábitos de la Gente Altamente Atractiva aplicados para reconectarte con tu “yo superior.”

«Vive de tu imaginación, no de tu pasado.» Stephen R. Covey

Hábito 4: Visualiza

Cómo ya he mencionado en  artículos anteriores, cada persona sobre la tierra, es en verdad una expresión espiritual vinculada de manera natural y armónica con las fuerzas creativas del universo y con todo lo que existe. Esta expresión habita en el interior de cada uno de nosotros. Reconocerla y reconectar con ella para así invitarla a formar parte activa de nuestra vida nos ayudaría a recordar quienes somos realmente, y a sacar el máximo provecho de nuestra experiencia física.

No obstante, es importante reconocer que independientemente de lo anterior, cada uno de nosotros tenemos una percepción o definición sesgada y hasta artificial de ella. En otras palabras, solemos definir y entender nuestra expresión espiritual basados en dogmas o creencias que nos fueron de una u otra manera inculcados desde temprana edad.

Independientemente de lo que hayamos aprendido o nos haya sido enseñado, es importante considerar que la fuerza “invisible” que reside en nuestro interior es alcanzable y podemos abrir la puerta para establecer una conexión efectiva con ella. Aunque esto en principio pueda sonar a fantasía, en realidad es posible vivir la experiencia física apoyándonos en nuestra guía espiritual.

De ella recibimos ayuda de manera incondicional y nunca emitirá juicio alguno en nuestra contra. Un buen comienzo en esta tarea de reconexión, es imaginar que ésta sucede. Pensar y sentir que nos comunicamos de manera directa con ella es un buen ejercicio para establecer la comunicación con nuestro yo verdadero. Mientras lo haces, procura sentir y experimentar la paz, alegría, confianza y bienestar que te provoca saber que estas siendo ayudado y guiado por una fuerza todopoderosa.

Imaginar esta reconexión y experimentar el sentimiento que nos provoca esta situación es un buen ejercicio para poner en práctica y facilitar la reconexión con nuestro yo superior. Inténtalo durante tus sesiones de meditación. Estate atento a los mensajes y señales que empieces a recibir. Este es un ejercicio personal, abre tu mente y escucha a tu corazón.

Fotografía cortesía de: http://www.sxc.hu/

Navega con la luz de tu espíritu – Parte 2


Escucha solo a tu corazón, el es tu maestro. En el verdadero viaje de la vida, tu propia intuición es tu único maestro. OSHO

Hace algunas semanas escribí acerca de la importancia de encontrar el verdadero propósito de nuestra vida. Ahora bien ¿por dónde comenzamos?

Encontrar el verdadero propósito de nuestra vida no es una tarea fácil. Máxime si le adicionamos la complejidad de tener que discernir sobre toda clase de mensajes, comúnmente contradictorios, que recibimos de la sociedad y de los medios de comunicación en general. Lograr sincronizarnos con nuestro verdadero propósito puede llevarnos no solamente tiempo, sino además suele conducirnos por ejercicios de “prueba y error.” Encontrar nuestro verdadero propósito no tiene una fórmula universal, sin embargo, podríamos decir que es más fácil encontrarlo si estamos dedicados a buscarlo, que si no lo hacemos.

Es pues, tener el deseo de encontrarlo el primer paso en esta búsqueda. El siguiente paso, será ser paciente ya que podría ser que no obtengamos resultados inmediatos.

Independientemente de lo anterior, a continuación comparto algunas ideas (enunciativas y no limitativas) que pueden serte de ayuda en la búsqueda de este importante objetivo:

  • Identifica tus fortalezas personales, puede que tu propósito esté relacionado con lo que haces mejor.
  • Identifica tus pasiones y tus gustos, tu propósito estará en dónde te sientas feliz y satisfecho por los logros alcanzados y no tanto por las recompensas obtenidas.
  • Pasa tiempo contigo mismo, la única persona que puede saber hacia dónde dirigirse eres tú. Escucha a tu <<voz>> interior, hazle caso a tus corazonadas. La meditación puede ayudarte.
  • Mantente alerta a los mensajes que puedas recibir. Estate atento a lo que pasa a tu alrededor. Las señales pueden ser muy sutiles, sin embargo, usa tu instinto porque tu corazón sabrá cuándo se trate de algo importante.
  • Mantén tu mente abierta al cambio y no temas “girar el timón.” Prepárate para ponerte en acción, no esperes que las cosas sucedan sin un poco de colaboración de tu parte.
  • Recuerda que no estás en una competencia y que no tienes que demostrarle nada a nadie. El propósito en la vida es personal y solamente se aplica a ti. No dejes que las opiniones o juicios de otras personas alteren tu ruta.

Es indudable que la exposición a las ideas, mensajes y a paradigmas colectivos coadyuven a provocar un “vacío” de comprensión acerca de nosotros mismos. Sin embargo no olvides que tú tienes las condiciones y la capacidad para hacer que el deseo de tu corazón devenga la realidad de tu ser.

Fotografía cortesía de stock.xchng  www.sxc.hu

Zona de Confort – ¿descansas en ella o vives en ella?


«Un barco atracado en un puerto está seguro, pero no es la finalidad para la que fue construido» William Shedd

Para la mayoría de las personas resulta difícil reconocer que se hayan estancadas en una zona de confort. No sería sencillo poder definir confort sin entrar en discusiones subjetivas de opinión. Sin embargo, la mayoría de las veces, cuándo una persona se encuentra en una situación en donde puede cubrir sus necesidades específicas de una forma relativamente cómoda y sin mucha presión, inconscientemente se estabiliza en una condición en donde cambia sus aspiraciones por el desahogo. La zona de confort es un conjunto de límites autoimpuestos que llegamos a considerar como parte misma de la vida cotidiana.

Con lo anterior, podríamos llegar a entender porqué hay personas que realizan una misma actividad durante décadas simplemente porque esta les ayuda a mantener cierto estilo de vida. En otras palabras, empeñan su crecimiento personal por un poco de comodidad.  Sin embargo, solamente los retos causan crecimiento. El cambio pone a prueba nuestras habilidades y por ende las desarrolla.  No obstante, es cierto que el cambio causa ansiedad y esta es una de las representaciones del miedo. La falta de confianza y temor a lo diferente son otras de las causas que mantienen a la gente dentro de una jaula. Aunque cómoda, no deja de ser una jaula.

Solamente cada uno de nosotros (y nadie más) puede saber si se encuentra <<enterrado vivo>> en una zona de confort. Usa tu zona de confort para descansar, para revisar el rumbo de tu vida, para redefinir prioridades en tus planes, pero no para vivir en ella.

Solamente cuándo te haz trazado un mapa de vida y cuándo estás persiguiendo tu verdadero propósito, puedes llegar a saber si el rumbo que haz elegido es el correcto o es momento de girar el timón. De otra manera, es difícil saber si haz perdido el rumbo o inclusive si sigues amarrado al muelle.

Los hábitos 2 y 3 de “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva” pueden ayudarte a entender los pensamientos y creencias limitantes que de manera inconsciente te bloquean tus planes y aspiraciones.

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Día de muertos – una tradición que nos visita desde el “más allá”


Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…. del miedo al cambio. Octavio Paz

Los dos de Noviembre de cada año, se revive la tradición de “día de muertos.” En esta fecha, vivos y difuntos se reúnen en torno a un festejo que nos recuerda que aquellos que fallecieron, simplemente están ausentes y no por ello muertos.

La muerte para muchas culturas es un símbolo emblemático y motivo de culto, respeto y hasta temor. En algunas culturas y en particular en la mexicana, se ha desarrollado una rica tradición de veneración, culto y con ciertos tintes de cercanía y pertenencia: los vivos y los muertos conviven de manera cotidiana.

Este culto a la muerte se extiende más allá de simples muestras de reconocimiento y respeto a los difuntos.  Es parte del mismo soporte místico de la cosmogonía mexicana. Si bien, con el paso del tiempo ha ido adaptando y acogiendo otras creencias, indudablemente refleja que la vida continúa después de la muerte. Antiguamente, la muerte no tenía ningún significado moral del bien o del mal. Las ideas del cielo y el infierno fueron introducidas por la religión católica durante la evangelización. Originalmente, la muerte no implicaba en si misma un premio o un castigo, simplemente era un hecho de la vida.

Debemos de reconocer que la muerte no es restrictiva, no es tajante ni tampoco representa el final. Es simplemente un cambio que nos ayuda a recordar que no necesitamos nada a dónde vamos. Nos vamos tal cual como llegamos: con las manos vacías. Desafortunadamente, en un mundo tan materialista y egoísta, es difícil evadir el apego a los bienes mundanos. La sola idea de perder lo que tenemos nos llena de angustia y temor. Este miedo nos petrifica y nos enrola en actividades y tareas orientadas a evadir o atrasar lo ineludible: nuestro deceso. En nuestra infértil búsqueda de consuelo y evasión del cambio, nos olvidamos de la verdadera razón por la que estamos aquí: descubrirnos a nosotros mismos, encontrar un significado para nuestra existencia, perseguir nuestro propósito verdadero y provocar con ello un nivel de entendimiento más elevado que sí nos acompañará en nuestro viaje transicional.

La sabiduría antigua nos recuerda que la muerte es simplemente un cambio. Si bien las religiones modernas también suman este concepto, incorporan un elemento que transita sobre el hecho de premiar o castigar. El cielo y el infierno se hacen presentes como amenaza latente que vuela sobre las cabezas de la humanidad cuyo único propósito es el de controlarla y manipularla.

¿No es tiempo de empezar a recordar la tradición antigua y reconocer a la muerte como un cambio natural de la vida misma y no como un castigo ineludible que mientras sucede nos agobia el tránsito durante la vida en este plano físico?

¿No es momento de ver a la muerte como la lección que nos enseña que tenemos algo más importante por descubrir en esta vida que simplemente volcarnos a atesorar bienes o perseguir actitudes egoístas que no nos harán falta en nuestra siguiente etapa?

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Encuentra tu verdadero propósito en la vida – Navega con la luz de tu espíritu


Cuando un hombre camina en dirección a su destino, se ve forzado muchas veces a cambiar su rumbo.
Paulo Coelho

Todos nosotros anhelamos tener una vida dichosa, llena de alegría, de paz y de felicidad. ¿Y por qué no? No hay nada de malo ni egoísta en querer perseguir y alcanzar una vida plena. Sin embargo, no es poco común que dediquemos la mayor parte de nuestros esfuerzos y nuestro tiempo a realizar actividades que en el fondo no nos resultan agradables ni interesantes. De manera cotidiana, realizamos tareas y trabajos que o bien sólo nos satisfacen superficialmente, o bien no lo hacen del todo. Sin embargo, nos sentimos obligados a hacerlas porque de alguna manera creemos que eso es lo que se espera de nosotros. Aunque en realidad no habría nada de malo en cumplir con nuestras obligaciones, debemos de reconocer que nuestra vida sería más dichosa si las actividades que emprendemos día con día, no solo nos ayudan a cumplir con nuestras responsabilidades, sino que además el simple hecho de hacerlas nos llena de motivación y alegría.

Si lo meditamos un poco, no podría haber situación más frustrante que tras años de diligente esfuerzo, nos encontremos mirando hacia atrás sólo para darnos cuenta de que  lo que hemos venido haciendo ni nos satisfizo ni tampoco nos ayudó a llegar a donde pretendíamos hacerlo. En otras palabras, nos parecería que las cosas que hicimos nos salieron mal a pesar de nuestro esfuerzo y dedicación. Desafortunadamente, esta situación puede estar sucediéndonos sin siquiera darnos cuenta. De manera rutinaria, distraída y hasta inconsciente nos enrolamos en las actividades cotidianas y nunca nos damos tiempo para hacer un alto en el camino para revisar nuestro mapa. Es más, quizá nos encontremos tan ocupados que ni siquiera hemos pensado en trazar uno. Si este fuera el caso, y en verdad no sabemos bien a bien hacia dónde vamos, entonces nos encontramos navegando a la deriva. El viejo adagio dice: “no hay viento favorable para un barco sin rumbo.”

Por lo tanto, si pasamos año tras año persiguiendo objetivos difusos, poco claros e inclusive ajenos, nos llevará invariablemente a desembocar en una situación en la que desafortunadamente nos daremos cuenta que hemos estado perdiendo el tiempo. Infelizmente, ese tiempo perdido ya no lo vamos a poder recuperar. Se hace imprescindible entonces, que tracemos nuestro mapa lo antes posible. Definir esta carta de navegación personal será la diferencia entre llegar a dónde pretendemos o pasarnos la vida a la deriva. Aún y cuando trazar este mapa puede no ser una tarea sencilla, necesitamos esforzarnos para hacerlo. Debemos de reflexionar y buscar en nuestro interior el verdadero propósito de nuestra vida.

¿Conoces el tuyo?

Quizá te encuentres persiguiendo plenamente tu propósito, quizá ya lo estás buscando o probablemente estés en el proceso de reconocer la importancia de encontrarlo. Independientemente en qué etapa te ubiques, te darás cuenta que encontrar el verdadero propósito de tu vida le va a dar sentido a tus acciones y decisiones. Además, te va a dar una dirección y un rumbo a seguir y adicionalmente te va a llenar de energía y motivación realizar actividades de manera cotidiana que te llenan de alegría y júbilo. En pocas palabras, un propósito le aporta significado a tu vida.

Cómo se mencionó anteriormente, encontrar el verdadero propósito de nuestra vida no siempre es una tarea fácil. Sin embargo, debemos de darnos el tiempo para encontrarlo. Cuando lo hagas, no temas “girar el timón” para recuperar el rumbo. El Hábito 1 del libro “Los 10 Hábitos de la Gente Altamente Atractiva” te será de utilidad para empezar a provocar el auto-conocimiento que te ayudará en esta tarea. Solamente tú (y nadie más) eres capaz de descubrirlo. Si todavía no lo haces, nunca es demasiado tarde para empezar a buscarlo.

Fotografía cortesía de stock exchange www.sxc.hu

Acoso Escolar (bullying): la juventud, reflejo fiel de la sociedad


La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias.

Antonio Fraguas

A pocas semanas del regreso a  clases, quiero exponer un tema que si bien no es nuevo, resulta de interés para muchas familias.

Cada día, con más frecuencia las escuelas son testigos silenciosos de las injusticias y actos reprochables de acoso que se suscitan entre sus muros. Los largos brazos del “bullying” alcanzan cada vez a más jóvenes inocentes sin hacer distinción alguna. Este acto tan primitivo, se ha “democratizado” e indiscriminadamente se extiende hasta cualquier rincón de la sociedad juvenil. Por si fuera poco, las redes sociales, pensadas y diseñadas con otro propósito, ahora también sirven para esparcir la epidemia. Existen inclusive ejemplos, que resultaría inútil describirlos, en donde algunos muchachos son orillados a cometer suicidio.

Por fortuna, la sociedad no es ignorante del problema ni tampoco se ha mostrado pasiva frente a el. Desequilibrios o disfuncionalidad, baja autoestima, convivencia pobre, escasos vínculos afectivos e inclusive violencia en el núcleo familiar son algunas de las causas que motivan las agresiones. Aunado a esto, la posible falta de preparación, inconsistencia y hasta pasividad por parte de algunos profesores puede coadyuvar a que el ambiente de acoso florezca en las aulas.

Sabemos que es imposible mantener a los agresores lejos del ambiente escolar. Por otro lado, un programa de prevención que sume esfuerzos de padres de familia, instituciones y de maestros, si bien deseable, sería insuficiente en si mismo para extirpar la agresión de las escuelas. Debemos de reconocer que tristemente la verdadera malicia del acoso cobra fuerza y sentido a través del apoyo, complicidad y aceptación que recibe de los espectadores. Es ahí en dónde debemos redoblar esfuerzos.

¿Por qué es que un hecho injusto, alevoso, negativo e ignorante se torna mágicamente en una situación aceptada e inclusive aplaudida y apoyada por los demás?

¿Qué lleva a un grupo de jóvenes que gozan de buena autoestima, respeto y amor en el vínculo familiar a prestarse para actos de violencia?

En otras palabras, ¿qué convierte súbitamente a un ser pensante en uno descerebrado?

Este es el verdadero trasfondo del bullying. Es innegable (e igualmente triste e importante) que la agresión tiene su origen en la mala actitud de uno o unos cuantos individuos. Sin embargo, la auténtica destrucción nace a raíz del apoyo o indiferencia que le otorgan de manera casi incondicional una comunidad de espectadores aparentemente inofensiva. Estamos lejos y casi maniatados para poder arreglar el origen de la agresión. No podemos llegar a pensar que de repente el desinterés o irresponsabilidad que algunos padres tienen con sus hijos vaya a desaparecer. Tampoco podemos tener ojos en cada baño, pasillo o patio escolar. Sin embargo, sí podemos duplicar nuestros esfuerzos en detener la diseminación del virus.

¿Qué lleva a una persona normal a tolerar algo que en el fondo considera como injusto e inaceptable?

En realidad resulta difícil entender que alguien esté dispuesto a aceptar algo en contra de si mismo. Sin embargo, esta situación puede cambiar si el individuo recibe presión desde el ambiente. La mayoría de nosotros, lo queramos reconocer o no,  somos influenciados y movidos por nuestros temores inconscientes. En este caso, el miedo y no otros elementos conductuales, es el verdadero detonador subyacente  en el acoso. Queramos aceptarlo o no, nuestros jóvenes habitan en una sociedad dominada por la psicología del temor. Los chicos y las chicas simplemente sienten pavor de ser señalados como diferentes, están petrificados ante la simple posibilidad de ser rechazados. Infelizmente, este sentimiento tan limitante acompañará a la mayoría de los jóvenes hacia la edad adulta.

El miedo a la crítica atenaza y torna dócil a la juventud. El temor transforma a una criatura con capacidad de libre pensamiento en una manipulable que prefiere esperar a que le digan qué hacer y cómo hacerlo. El miedo al rechazo hace que un estudiante íntegro y de principios sólidos, súbitamente apoye la injusticia, el maltrato y la violencia. Nuestros muchachos sienten miedo de poder ser señalados por alguien y entonces prefieren apoyar, que reprochar.

Desafortunadamente, nos guste o no admitirlo, nuestros jóvenes son el espejo de una sociedad miedosa y sumisa que tolera la discriminación, que apoya la corrupción, que acepta la injusticia, que atiza el crimen con su indiferencia y que ha adoptando a la violencia como un hecho de la vida cotidiana. Todo esto simplemente porque tiene miedo de dejar su zona de confort, teme perder lo que tiene o siente miedo a ser criticado.

Por otro lado, además del factor del miedo, nuestros muchachos son víctimas también de la falta de coherencia de la sociedad en la que viven. El bullying se nos hace injusto, pero discriminar a campesinos, indígenas o a cualquiera que parece diferente nos resulta aceptable. El acoso al que son expuestos nuestros hijos en la escuela nos provoca asombro, pero el acoso o agresión que vemos en el trabajo o en la comunidad no lo hace. La educación que reciben nuestros hijos en la escuela nos preocupa, pero la responsabilidad de su formación ética y moral en el hogar nos incomoda. Es tal la incoherencia en la que vivimos, que algunas campañas publicitarias de compañías irresponsables usan al bullying como herramienta de venta, y hasta las consideramos divertidas.

Nos guste admitirlo o no, nuestros jóvenes son el reflejo fiel de una sociedad permisiva, indiferente e injusta. Pero sobre todo: miedosa y sumisa.

Si queremos que acabe el bullying, el mobbing y todas las otras formas de acoso, discriminación o marginación posibles en las escuelas y la sociedad en general, tenemos que empezar por provocar un nivel de entendimiento más profundo en nosotros mismos (padres e hijos). Debemos de dejar de buscar modelos en las telenovelas y empezar a buscarlos en nuestro interior. Debemos de una vez por todas hacerle caso a la intuición y empezar a aceptarnos a nosotros mismos tal y cómo somos. Necesitamos entender que la felicidad misma reside en nosotros y no en pretender ser alguien más o en tener lo que los demás tienen.

Dejemos atrás los miedos y complejos y aprendamos a aceptarnos a nosotros mismos por lo que somos y no por lo que tenemos. Dejemos de perseguir sueños ajenos y aferrémonos a los propios. Olvidémonos de parecernos a alguien más y empecemos a parecernos a quien verdaderamente somos. Dejemos de buscar la aprobación de los demás, no la necesitamos. Permitamos que este sentimiento de auto-aceptación encienda en nosotros la chispa de la tolerancia hacia los demás y que con ella nazca un sentimiento de respeto y armonía.

Tomemos todos los días la decisión responsable e inteligente de extender nuestra mano hacia la víctima. Evitemos a toda costa caer en la absurda y estúpida tentación de apoyar al agresor. Si bien no podemos extirparlos de la sociedad, si podemos decidir no seguirles el juego. Tomemos la decisión de olvidar nuestro miedo y encarar la vida con la determinación de vivir de la manera como nuestro corazón nos dicta. Dejemos atrás la actitud pazguata, vulnerable e indiferente.

Reconozcamos que el miedo habita solamente en nuestras mentes. El temor es el aliado del agresor quien a su vez esconde sus propios miedos detrás de sus acciones. El miedo nos atenaza, somete, divide y margina.

No tenemos que pretender convertirnos en paladines de la justicia y defensores de las causas nobles. Simplemente, tenemos que decidir ser alguien a quien le gusta pensar por si mismo, que se acepta tal y como es,  y que día con día, con una actitud justa y positiva toma decisiones responsables, honestas y de respeto hacia los demás y hacia el medio que le rodea.

La vida nos da a todos otra oportunidad. Se llama: mañana. Aprovéchala.

¿Eliges vivir la vida que tú quieres o prefieres intentar vivir la vida que los demás creen que debes vivir? ¿Quieres ser tú o te gusta ser el “títere” que alguien más quiere que seas?

Tomar la decisión depende exclusivamente de ti.

Fotografía cortesía de Stock.xchng  http://www.sxc.hu

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