El verdadero rostro del terrorismo


foto calaveraDespués de estar alejado de este blog por diversas razones y circunstancias, decidí retomar el hábito de dedicarle algunas líneas a aquellos temas que cobran alguna talla relevante o a aquellos asuntos que llaman mi atención. En esta ocasión, no pude dejar pasar desapercibido el tema que está en boca de todos y que ocupa los espacios estelares en los noticieros y en los encabezados de los diarios. Me refiero a la latente amenaza del terrorismo.

 

Difícil de olvidar el 9/11 lleno de tragedia, sensacionalismo y sobre todo con más preguntas que respuestas. Sin embargo, es indudable que fue el parteaguas para declararle la guerra a un enemigo invisible que nos dicen acecha desde las sombras. Hoy, el fantasma del terror renace oculto bajo una capucha nueva, ondeando una bandera distinta y escudando su actuar en una doctrina por demás acomodada. Nada nuevo y ya muy visto. El rostro del terror sigue siendo el mismo, sin importar el bando, y vuelve a cobrar vida dentro las conciencias adoctrinadas e impresionables que provocan o apoyan actos vandálicos y sin sentido con tal de abrazar un ideal difuso o por no sentir vulnerada su seguridad.

No obstante, la pregunta importante no la hemos respondido: ¿Cuál es la verdadera causa del terrorismo? No cabe duda que Dios no es el culpable, aunque insistan en implicarlo, ni tampoco es la libertad que nos la “venden” como un artículo de lujo pero a su vez de primera necesidad.

Recordemos que desde pequeños se nos enseña a competir en lugar de a compartir. Se nos indica que la religión, el dinero o el color de la piel nos hacen diferentes y por ello aprendemos a discriminar en lugar de a incluir y cuando crecemos, se nos incita a ser exitosos sin importar los medios para lograrlo. Por generaciones se nos ha enseñado “qué pensar” y no tanto a “cómo pensar.” El resultado es una sociedad que hoy en un acto sin precedentes, ha derrumbado todos los valores morales y los ha reemplazado por valores sensuales y materiales. Nos hemos convertido en una masa impersonal, insensible y manipulada por la propaganda que le da un gran valor a los bienes materiales que solo provocan envidia y codicia. La violencia es vista como un mal necesario y nuestra insensibilidad es tal que los actos de venganza y horror nos conmocionan tanto como una pantomima de “los buenos contra los malos” de alguna película de Hollywood.

En realidad, el terrorismo no tiene bandera ni credo. La causa del terrorismo subyace más allá de ideologías, causas sociales o cualquier otra estupidez que nos quieran vender. Cada uno de nosotros ha sido condicionado para ser un terrorista. El terrorismo no solo habita dentro de nosotros sino que cada uno de nosotros somos el terrorismo mismo. Somos una sociedad dividida y dominada por el miedo que responde al odio con odio y a la violencia con más violencia. Nuestra individualidad es tan débil que cedemos el liderazgo a quien busca satisfacer su anhelo de poder a cambio de satisfacer nuestra propia necesidad de seguridad. ¿Y por qué debiese de ser distinto si así se nos ha enseñado por generaciones?

Ahora bien, si reconocemos que cada uno de nosotros es el terrorismo mismo, se entiende que la solución subyace precisamente en cada uno de nosotros. Cuando entendamos que somos odio, que somos violencia y que somos miedo lograremos trascender ese impase artificial que solo vive en nuestras mentes y dejaremos entonces que fluya un estado armonioso, más elevado e incluyente que estará libre de confusión y de miedo. Un estado en donde el terrorismo simplemente no puede existir.

En resumen, el problema no es el mundo. El problema somos usted y yo porque el mundo es una proyección de lo que usted y yo somos. El creador de la maldad, del odio, de la violencia no está “allá afuera” sino que vive dentro de nosotros mismos y cobra vida en nosotros a partir de nuestra codicia y miedo sin importar el credo, la nacionalidad, la raza o la posición social.

Cuando comprendamos esto y dejemos de prestar atención a la artificialidad del entorno y a la propaganda que nubla nuestro juicio y dejemos de buscar justificantes de nuestros actos, entonces habremos dado el primer paso para erradicar el terrorismo de nuestra realidad.

¿Quién se esconde entonces tras la máscara del terror?

fotografía cortesía de http://www.sxc.hu

Publicado el diciembre 1, 2015 en Reflexiones. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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